Altos representantes de cerca de 170 países se reúnen en Nueva York en la solemne ceremonia de firma del acuerdo del clima de París, un acto simbólico pero que no posee implicación jurídica ya que la verdadera prueba de fuego para el pacto comienza hoy, cuando se abre el proceso de ratificación.

El acuerdo, adoptado el pasado 12 de diciembre en la cumbre del clima de París (COP21), entrará en vigor en cuando lo ratifiquen 55 países que sumen un 55 % de las emisiones globales de efecto invernadero.

Fuentes consultadas señalan que la entrada en vigor podría llegar a producirse antes de finales de año o comienzos del siguiente, en tanto que Estados Unidos y China, que en total suman el 40 % de las emisiones, han anunciado su intención de ratificar en 2016.

Canadá, otro de los principales emisores, también lo ha hecho.

Sumando algunos países menos emisores -y ya son numerosos los que han anunciado su intención de rubricar cuanto antes- "podría darse la paradoja de que el acuerdo entre en vigor antes de haberlo ratificado uno de los principales promotores: la Unión Europea", advierte Teresa Ribera, directora del Instituto para el Desarrollo Sostenible y las Relaciones Internacionales.

La UE debe preparar 29 instrumentos de ratificación: uno por cada uno de los 28 estados miembros y el de conjunto.

En la última reunión del Consejo Europeo, los estados "se comprometieron a asegurar la ratificación tan pronto como sea posible y a tiempo para ser parte del mismo cuando entre en vigor", explica Valvanera Ulargui, directora de la Oficina Española de Cambio Climático (OECC).

Todo apunta a que este proceso no será sencillo: la UE tiene pendiente la comprometida labor de repartir entre sus 28 estados el objetivo de reducción de emisiones que ha prometido y, en lo que respecta a cada uno, en los distintos sectores (transporte, agricultura), lo que supone disminuir emisiones un 30 % para 2030.

El reparto permitirá a cada país conocer cuál es el objetivo de reducción que realmente asume ratificando el acuerdo.

Y sin él, "será difícil tener el instrumento de ratificación nacional aprobado", reconoce Ulargui.

La división del objetivo europeo se hará mediante un instrumento llamado "Decisión del Reparto de la Carga", que comenzará a negociarse internamente en julio, mes en el que la Comisión se ha comprometido a presentar una propuesta de decisión, asegura la directora de la OECC.

La UE no ha determinado todavía si depositará a la vez las 29 ratificaciones, como hizo con el Protocolo de Kioto, o si los países lo harán siguiendo sus diferentes ritmos: a un extremo Francia que ya ha iniciado el proceso a nivel nacional y al otro Polonia, que se muestra reticente a adoptar medidas de reducción de emisiones.

"Desde España creemos que es clave asegurar la ratificación del Acuerdo de París por parte de la UE tan pronto sea posible. Esto es importante para mostrar nuestro compromiso y determinación para implementar lo que se decidió en la COP21", subraya Ulargui.

En España, la ratificación requerirá autorización de las Cortes Generales y su publicación en el Boletín Oficial del Estado (BOE), un proceso que puede llevar entre seis meses y un año, confirma la directora de la OECC.

El Gobierno estima que la cuota de compromiso europeo que le corresponderá a España implicará una reducción de emisiones cercana al 30% en los sectores en 2030.

La gran cantidad de altos representantes que acuden hoy a la firma del Acuerdo de París, cerca de 170 respecto al máximo anterior de 119 que logró Naciones Unidas con el Tratado del Derecho del Mar, "confirman que se mantiene la confianza en el proceso" de transición hacia un nuevo modelo de desarrollo que se abrió en la capital francesa, opina Ribera.

Aunque los efectos del Acuerdo de París no se materializarían hasta 2020, su entrada en vigor antes de ese año permitiría ir preparando con antelación la revisión al alza de los compromisos de reducción de emisiones presentados por los países, ya que la suma actual de los mismos no evita que la temperatura del planeta se mantenga por debajo de los dos grados a finales de siglo.