Unos 1.800.000 creyentes musulmanes de 189 países llegaron ayer al monte Arafat y sus alrededores, a 22 kilómetros de la ciudad sagrada de La Meca, en Arabia Saudí, donde permanecerán rezando hasta el ocaso para cumplir con el principal rito de la peregrinación, la Waqfa (parada).

Allí es donde el profeta Mahoma dio su discurso de despedida durante su último hach (peregrinación a La Meca) en el año 632.

"La seguridad de los lugares santos y los peregrinos es una línea roja que no se puede sobrepasar con lemas sectarios", dijo ayer el jeque Abdelrahmán al Sudais, responsable de los asuntos de los lugares santos y uno de los imanes más importantes de la Gran Mezquita de La Meca.

Al Sudais sustituyó en la lectura de este sermón al muftí Abdelaziz al Sheij, la mayor autoridad religiosa islámica del país, cuya ausencia no fue justificada oficialmente, pero que se achaca a motivos de salud.

Durante su discurso, uno de los más importantes debido a que coincide con el momento culminante del hach, Al Sudais afirmó que "la nación islámica atraviesa una etapa que requiere solidaridad y coordinación en las posturas para afrontar los retos".

Por ello, advirtió del peligro de la división y de las discrepancias entre distintos grupos políticos o ramas del islam, como los suníes y los chiíes. Se refirió al terrorismo, "una plaga que reina en todas las naciones y no puede ser atribuida a ninguna nación". En un intento de rebajar la tensión sectaria, que creció en los días previos a la peregrinación tras unas acusaciones cruzadas entre Riad y Teherán, el Ministerio de Asuntos Islámicos saudí ha distribuido 259 predicadores voluntarios en los campamentos de los peregrinos.

Mientras las autoridades iraníes, de credo chií, han declarado que los saudíes no deberían encargarse de la organización de la peregrinación, el muftí de Arabia Saudí, país de mayoría suní, acusó a los iraníes de no ser musulmanes.

Después del atardecer local de ayer, los peregrinos abandonarán Arafat y se dirigirán a la zona de Muzdalifa, donde pasarán la noche, para prepararse para la oración del primer día del Aid al Adha (Fiesta del Sacrificio), que dará comienzo el lunes. Luego regresarán a Mina, donde cumplirán con el rito de la "lapidación del diablo", que consiste en arrojar siete guijarros a cada uno de los pilares que representan las apariciones del demonio a Abraham.