En la semana del reencuentro en la competición entre el Tenerife y el Barcelona, EL DÍA ofrece una serie de entrevistas con futbolistas que jugaron en los dos equipos. Juan Enrique Estebaranz (Madrid, 6 de octubre de 1965) es el primero de los invitados a compartir sus recuerdos y sensaciones con vistas a uno de los eventos más esperados de la temporada en la Isla.

Después de formarse en el Atlético de Madrid y erigirse en el Pichichi de Segunda con el Racing de Santander, Quique debutó en Primera en las filas del representativo en 1989 y progresó de tal manera como blanquiazul que alcanzó la internacionalidad y captó el interés del Barcelona, que lo fichó en 1993. En su única campaña como azulgrana festejó un título de Liga -jugó 14 partidos y marcó tres goles- y participó en una final de la Copa de Europa. Tras esta etapa se marchó al Sevilla y terminó su carrera en el Extremadura, el Ourense y la Gimnástica Segoviana. Actualmente es director de la escuela de fútbol del Atlético de Madrid y comentarista.

¿Es acertado afirmar que el domingo se enfrentarán en el Rodríguez López los dos clubes más relevantes de su carrera?

Dentro del amplio abanico de equipos en los que he estado, sí es correcto. Seguramente faltaría añadir al Atlético de Madrid, pero en Tenerife pasé los mejores cuatro años de mi vida social, humana y deportiva. Ahí me di a conocer en Primera División y fue donde me catapulté hacia el fichaje por el Barcelona, que, a su vez, me hizo conocer todo lo que es la élite.

¿Qué significó para usted pasar del Tenerife a un grande?

Se me brindó esa oportunidad única y creo que no la desaproveché. Otra cosa es que durara sólo un año. ¡Pero vaya año! Porque ganamos la Liga y fuimos finalistas de la Champions League en aquel partido en Atenas en el que el Milan nos metió cuatro goles.

Una vez en el Barcelona, ¿le recordaron mucho los dos títulos de Liga que le sirvió en bandeja el Tenerife al club catalán?

Todo aquello coincidió con los Juegos Olímpicos y con aquel famoso lema de "amigos para siempre". Y sí, ahí hubo un hermanamiento entre los dos clubes. Después de aquellas dos Ligas y cuando ya pertenecía al Barcelona, recuerdo que el Tenerife fue invitado a participar en el Trofeo Joan Gamper y a Javier Pérez le impusieron la Medalla de Oro y Brillantes a los Méritos Deportivos por parte del Barcelona. Eso lo dice todo.

Y el actual entrenador del Barça estaba en aquel "equipo amigo".

Sí, por supuesto.

¿Cree que, como técnico, Guardiola heredó mucho del Barcelona de Cruyff en el que jugó?

No voy a descubrir nada de Pep. Es muy inteligente, siempre lo ha sido. Y siempre ha tenido el mando, aunque tuviera por delante a un entrenador. En los banquillos sigue impartiendo la clase que ya tenía como jugador. El Colegio de Entrenadores debería hacerle un monumento por cómo gestiona un vestuario. Desde luego, merece y merecerá un lugar en el Olimpo no sólo del Barcelona sino también del gremio de entrenadores. Cualquier halago sería poco original.

¿Cómo era por dentro el "dream-team" de Johan Cruyff?

Fue una aparición estupenda, rara, no habitual, no clásica de un fútbol que en Holanda venía siendo muy particular. No sólo fue una aparición, sino que se consolidó con la perseverancia de un estilo de juego que es difícil de manejar si no tienes los mimbres adecuados y si no tienes un gestor en el vestuario que lo lleve a cabo. En ese sentido, se ha implantado una filosofía envidiable. Lo que pasa es que no siempre obtienes resultados, aunque en cuestión de rendimiento y vistosidad, es el estilo que más perdura y el que a todo el mundo le gustaría practicar.

¿Qué debe hacer un equipo modesto como el Tenerife para tratar de estar a la altura de un adversario tan potente?

En primer lugar, a pesar de la simpleza de la reflexión, debe intentar ser uno mismo y no acomplejarse. Partiendo de esa base, a los jugadores no les conviene dejarse llevar por la semana mediática en la que estarán inmersos. Pero eso no es nada sencillo, porque en el mundo en el que vivimos se corre el riesgo de adoptar un protagonismo temporal que te puede pasar factura a la hora de jugar. Si son ellos mismos, a lo mejor tienen posibilidades de darle un susto al Barcelona. Aún así, el Barcelona tiene mayores argumentos de entereza o de confianza para sacar el partido adelante. Pero si el Tenerife se mantiene recio y fiel a su filosofía de juego y se sacude los nervios propios de un encuentro de estas características, también podrá tener su oportunidad.

¿Se refiere a eso de "salir a disfrutar" que suelen recomendar a sus jugadores los técnicos de los equipos que no son favoritos?

Lo que pasa es que esta frase está tan estandarizada que no siempre llega a los jugadores. Ahí los entrenadores tienen un papel fundamental a la hora de hacerle ver a los futbolistas que realmente se trata de un partido para disfrutar, porque una cosa es que te lo digan, otra que lo oigas y otra muy diferente que te lo creas. Y en el momento de la verdad, toda la atmósfera que se crea y la expectación que se fomenta pueden llegar a ser perjudiciales. Si no juegas con la tensión justa puedes caer en el conformismo y si te pasas entras en la precipitación.

¿Con quién va el domingo?

Esta misma pregunta me la planteo durante todo el año cuando se enfrentan el Tenerife con el Atlético, el Tenerife con el Barcelona, el Atlético con el Barcelona... El ser humano tiene cuatro compartimentos en el corazón, pero yo tengo bastantes más, aunque algunos tienen más importancia que otros. Siempre digo lo mismo llegada la situación: que gane el que lo merezca. Afortunadamente no estamos todavía en un tramo decisivo del campeonato para poder inclinarte por uno u otro equipo.

¿Qué le está pareciendo el Tenerife en su regreso a Primera?

No está mal, sobre todo en casa. Es verdad que el síndrome de la insularidad le está pasando factura en la Península. Oltra me parece un entrenador de lo más adecuado para sacar adelante al equipo. Espero que el Tenerife encuentre los mecanismos oportunos para enmendar esta situación, porque fuera de casa tienes que hacerte respetar, escondiendo tus defectos y aprovechando todas tus virtudes.