Hoy en día, Marco no tendría que recorrerse media Argentina para encontrar a su "mamá". La actual sociedad digital permite que los inmigrantes estén en contacto permanente con la familia y amigos que dejaron en su país: se han convertido en uno de los colectivos que mayor uso hace de Internet.

"Ya nadie escribe cartas y los inmigrantes mucho menos", explica Adela Ros, directora adjunta del Internet Interdisciplinary Institute de la Universitat Oberta de Catalunya, quien cree que aún se tiene "una visión estancada del inmigrante como alguien solo, que ha perdido el contacto con su origen, imagen que no tiene nada que ver con la realidad actual, ni con la que nos deparará el futuro".

El inmigrante en España, en especial los de origen de países latinoamericanos, suele hablar cada día con su familia mientras se ven por la webcam, leen algún periódico de su país de origen y saben de sus amigos por Facebook o cualquier otra red social, afirma esta experta en la investigación del fenómeno migratorio en el "contexto de máxima comunicación digital".

A juicio de Ros -que hace unos días participó en CosmoCaixa en una jornada sobre los movimientos humanos en la era digital-, las actuales políticas de inmigración no tienen en cuenta la nueva realidad en la que viven los recién llegados, ni saben tampoco aprovechar la capacidad que ofrecen las herramientas digitales para la integración.

Las migraciones están ocurriendo en un contexto de sociedades en red, tecnológicas, y los inmigrantes "se han adaptado plenamente a ellas", con un equipamiento y un uso de las tecnologías muy elevado, en algunos casos superior al de los "nativos".

Ros advierte, no obstante, que si los inmigrantes no reciben el apoyo necesario para su integración, utilizarán las nuevas tecnologías para reafirmarse frente a la sociedad que no les acoge: "para decir ''aquí estoy yo y mi identidad pasa por la del estado donde vivo, porque puedo construirla sin contar con ellos''".

Los inmigrantes, sobre todo los más jóvenes, utilizan Internet para forjar una red de amistades con personas de su mismo entorno cultural y social, lo que les puede encerrar en un cierto gueto.

La investigadora recalca que las tecnologías no cambiarán el mundo pero acelerarán el proceso. En este caso, indica, están mostrando una sociedad con espacios muy divididos: "aquí los inmigrantes, aquí los nativos, reflejo de que no hay mecanismos para el ascenso social del inmigrante, no sólo en Cataluña o en España, sino en toda Europa".

Ros señala que las administraciones "encargadas de hacer políticas" han de incorporar estas herramientas como técnicas para crear vínculos entre los inmigrantes y las sociedades de llegada.

"Cuando un inmigrante llega a España y busca en la red y no encuentra nada que le interese ahí se cierra una puerta, sobre todo cuando puede encontrar quince o veinte páginas de cultura y gente de su país", explica Ros.

La investigadora subraya que esta situación puede ir a más si las sociedades de acogida "no están a la altura de la realidad, si no se aceleran los espacios de comunicación".

A este respecto, indica que los locutorios son un espacio esencial en la vida de muchos inmigrantes: "deberíamos favorecer lugares donde la comunicación se haga con mejor calidad, porque en el locutorio la calidad no es buena, tienen problemas de privacidad".

Sobre la polémica generada en Francia entorno a la identidad y la esencia "de ser francés", Ros recuerda que a muchos inmigrantes no se les ponen las cosas fáciles y que al final se sienten como unos simples desplazados por motivos de trabajo, que sólo se relacionan aquí con gente de su país y directamente con su país a través de Internet.

"Los debates tan grandilocuentes sobre la identidad me parecen fuera de la realidad, se deberían hacer teniendo en cuenta cuál es el día a día de las personas, sus realidades y preocupaciones, también la de los inmigrantes, de las que en estos debates nos olvidamos", argumenta Ros.

La dualidad en la que viven muchos inmigrantes la ejemplifican algunas mujeres latinoamericanas que viven en Barcelona y que cada día supervisan por Internet los deberes de sus hijos que se han quedado en su país. "¿Dónde está su preocupación, aquí o allá? Aunque físicamente estén aquí, su mente está allá. Eso hay que tenerlo en cuenta".