Una auténtica "joya" de la ingeniería naval. Así se puede definir el correíllo "La Palma", un buque de especiales características creado en abril de 1912 en los astilleros de Middlesbrough (Reino Unido) y coetáneo del más grande de la época, el "Titanic". El correíllo, transmisor de una historia única en la navegación canaria por lo que significó como eje comunicante entre las Islas, también es uno de los buques de pasaje en navegación más antiguo del mundo, de ahí la importancia de conservar esta "joya" como parte importante de la navegación que dejó de operar en aquel lejano 1976. Ese año una avería dejó al buque en el "olvido" de muchos en Gran Canaria, pero no así en Tenerife, ya que gracias a las gestiones llevadas a cabo en 1986 por el ex presidente de la Corporación insular José Segura Clavell, quedó definitivamente en la Isla, aunque "durmiendo" en un astillero.

Amantes de la náutica

Veinte años después (1996), se crea la Fundación Correíllo "La Palma", integrado por amantes de la náutica que desde entonces luchan por mantener viva la presencia del buque de época con casco remachado y con maquinaria de vapor especial. Ellos, con el apoyo decidido del Cabildo insular, con su presidente, Ricardo Melchior, al frente, han logrado dar vida al barco con los trabajos de restauración y rehabilitación que se han llevado a cabo, tanto en el casco como en su interior.

Precisamente, este interior ha sido el objetivo a corto plazo desde que el pasado 14 de junio de 2008 el correíllo "La Palma" volviera a surcar el mar tras permanecer en el dique seco 22 años. Ese día se inició la primera fase del proyecto de restauración del interior, contratándose gracias a los Fondos de Cohesión Europeos (FEDER) al ebanista José Antonio Hernández para hacer réplicas de cada una de las piezas que componían el mobiliario original del buque.

Esos trabajos, que estaban presupuestados en 169.053 euros, han visto por fin la luz. El olor a caoba brasileña ya aguarda en depósitos hasta que se instalen en el interior del buque. Son piezas excepcionales porque se ha conseguido ser fiel al original de 1912, y con los mismos diseños que glorificaron al "Titanic", en una escala menor pero con una seña de identidad única. Buena muestra de ello es el detalle de la "bellota" que adorna la mayoría de todos los muebles y que se ha querido reforzar como uno de los detalles con más fuerza de la belleza interior que encierra el correíllo.

El ebanista José Antonio Hernández ha replicado un total de 259 piezas con todo lujo de detalles y siempre siendo "fiel" a las exigencias del guión establecidas por la propia historia del barco, que será convertido en museo marítimo itinerante, dotado de biblioteca náutica, sala de arte y de exposiciones y buque escuela, al margen de estar concebido para una prestación de servicios turísticos y culturales.

Piezas únicas

De las manos expertas de Hernández han salido sillones de espaldar bajo, sillas de comedor, de biblioteca y demás estancias, butacas de orejeras, mesillas de prensa, sofás, mesas redondas de estar, cuadradas, percheros y 5 muebles variados.

Dichos muebles serán distribuidos por la cubierta del puente (donde se localiza el puente del buque, la derrota y los camarotes del capitán y primer oficial); cubierta de botes (rehabilitación de la oficina del oficial del radiotelegrafista); salón de primera clase y área de reservado (manteniendo su función original del área); cubierta superior (donde se encontraban el comedor de primera clase. Se habilitarán la recepción y zonas de exposición del museo, con asiento, pedestales para piezas museísticas, vitrinas, cuadros explicativos, fotografías...); cubierta principal (en ella estará ubicado el salón de usos múltiples para conferencias, representaciones...); la bodega número 1 (galería de exposiciones); bodega número 3 (biblioteca); y entre ambas se localizará la oficina del buque para la habilitación de los tripulantes.

Exposición náutica

Distintas unidades de todo este mobiliario, junto a reliquias marineras de todo tipo, desde maquinarias a instrumentos náuticos, pasando por maquetas de barcos de época, serán los verdaderos protagonistas de una exposición marítima pendiente de concretar.

La misma se espera que se ubique en la antigua estación del jet-foil, en el puerto de Santa Cruz, para lo cual ya se han establecido los primeros contactos para que sea una realidad a lo largo del presente ejercicio.