La Laguna cuenta desde hace seis meses con un nuevo espacio cultural, el conocido Castillo ubicado en el Camino Largo, uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad Patrimonio de la Humanidad. De las paredes de este edificio, que data de la primera década del siglo XX, cuelgan algunas de las más emblemáticas obras de Gumersindo Robayna, entre ellas "La fundación de Santa Cruz" y "La batalla de Acentejo".

El inmueble fue adquirido en año 2000 por Jorge Rodríguez, quien tras rehabilitarlo y emplearlo durante un periodo como lugar para celebrar eventos especiales, como bodas y bautizos, decidió convertirlo en un espacio para que "los jóvenes artistas pudieran mostrar sus creaciones".

"Cuando me hice cargo del Castillo se encontraba muy deteriorado, hubo que someterlo a un largo proceso de rehabilitación, que supuso una importante inversión personal, pues ninguna institución participó en la reforma. Y es que el edificio se encontraba casi en ruinas, pues, durante una época, se había convertido en un espacio para indigentes y drogadictos; no tenía ni techos ni ventanas", explica el promotor, quien señala que ha conseguido que el edificio quede muy similar al "proyecto que se presentó, en 1988, para su construcción".

"En un principio -matiza- fue utilizado como lugar para celebrar bodas, pero era una pena desperdiciar la belleza de este edificio, por lo que le planteé a mi hijo, que es licenciado en Bellas Artes, la posibilidad de darle un carácter cultural a sus instalaciones. El resultado es una sala de exposiciones al estilo europeo, donde las manifestaciones artísticas de distintas disciplinas conviven unas con otras".

Cabe señalar que en Europa ha logrado arraigar un tipo de ocio que se desarrolla en galerías de arte contemporáneas. Se trata de espacios que, a la vez que acogen una muestra pictórica o de esculturas, sirven de escenario para presentaciones de libros, recitales u otro tipo de actos culturales. Además, estos inmuebles se caracterizan por tener una cafetería, como posee el espacio de Aguere, en la que el público y los artistas se pueden reunir para comentar sus piezas, o simplemente tomar un café mientras se contemplan las obras expuestas.

Opción para el talento

Otro de los objetivos del remozado espacio es que los jóvenes creadores canarios tengan un lugar donde mostrar sus obras, pues, según señala el promotor, "en las Islas hay mucho talento y pocas oportunidades".

Hasta ahora han sido pocas las muestras que el centro ha acogido desde el pasado julio, pero ya están cerradas varias propuestas, de artistas tan destacados como Hugo Pitti y Moneiba Lemes. Los únicos requisitos que los creadores deben cumplir para poder mostrar sus trabajos en esta sala es que la obra "nos guste, que sea un creador serio y trabajador y que sus propuestas tengan también un carácter comercial, pues las piezas que cuelgan de nuestras paredes están a la venta. Estas propuestas se irán alternando con colecciones de creadores extranjeros", explica Rodríguez.

Otro de los atractivos que posee el Castillo son las obras de Gumersindo Robayna. "Logramos llegar a un acuerdo con la familia del pintor para que sus cuadros fueran mostrados de forma permanente, durante dos años, en nuestra galería. El fondo ocupa tres de las cinco salas que tenemos, y, salvo sus tres pinturas más destacadas, se irán alternando las piezas, para que todas puedan ser contempladas", concluye el promotor del espacio cultural.