El Tenerife desarrolló sobre el terreno de juego el guión exacto del tipo de partido que debía jugar para tener opciones de ganar al Valencia. Lo hizo todo al pie de la letra, con disciplina, con cabeza y con alegría para jugar, pero se encogió en el momento de dar la estocada. Disparó 16 veces a portería (7 de ellas por dentro frente a los 3 y 3 de su rival) y generó media docena de ocasiones claras de gol, de ellas tres fueron clamorosas, pero no pudo marcar. En otras situaciones semejantes, el Tenerife perdía partidos como éste (ante el Barcelona, por ejemplo), porque a su falta de gol le acompañaba de costumbre algún regalo defensivo, pero esta vez el equipo dio una respuesta excelente sin la pelota. Y lo hizo en todas las zonas del campo, incluida la depauperada línea de cuatro. La vuelta de Bertrán ha desencadenado una reordenación colectiva en el equipo de la que Oltra ha sacado un enorme beneficio, porque parece que el técnico ha dado con la defensa más sólida y competitiva de la temporada.

La salida del Tenerife fue parecida a la que hizo el día del Barça: empezó intenso, cuidando mucho que no se abrieran distancias entre líneas, bien puesto en el campo y con una activación natural de la presión desde que la pelota caía en la zona de creación del rival. Se trataba de desconectar así a los cuatro jugadores desequilibrantes del Valencia y en eso se sacrificaron todos, porque hasta los menos predispuestos al trabajo corrieron de lo lindo recuperando posiciones para evitar desequilibrios colectivos. Mikel, de cierre en el medio, tapó la zona en la que se juntaban Silva y Mata, y Román le cayó encima a Banega, que no pudo darle control de juego a su equipo. En fin, el Valencia estaba ahogado en la iniciación. La segunda parte del plan de Oltra era salir rápido hacia arriba. Juanlu y Kome se cerraron hacia el centro y crearon ayudas continuas en la recuperación de la pelota y entraron mucho en contacto con el balón desde tres cuartos de campo hacia adelante. Las ocasiones no tardaron en llegar, para ir haciendo grande la figura de César, que ya a los 2 minutos le sacó casi de dentro un cabezazo a Nino, y muy poco después (7'') tapó ante Alfaro un gol hecho. La pesadilla que vivió el andaluz ante los azulgrana se le repitió ayer. Pareció incluso que Alfaro no encaró ese mano a mano con la confianza en sí mismo que tenía antes de aquella noche ante Valdés. Las malas rachas restan seguridad. Con dos ocasiones clarísimas tan pronto, el Tenerife se animó a seguir ejecutando el plan, aunque bien pudo habérsele caído todo si Sergio no evita el gol de Silva, que remató solo en el área en la única jugada en la que Villa rompió el fuera de juego en toda la primera parte.

El largo tramo siguiente hasta el descanso fue igual de intenso por parte local, pero más plano en las áreas. Ni el Valencia, que sólo se acercó con un tiro lejano de Mata, ni el Tenerife, que pudo sorprender en una acción de estrategia que Nino remató "mordida", dispusieron ya de ocasiones.

En cascada

La segunda parte empezó más baja de ritmo y fue creciendo cuando los equipos perdieron el rigor y desataron un ida y vuelta que pudo coronar ganador a cualquiera. Pablo Hernández rozó el palo (10''), antes de que Alfaro le buscase el ángulo más difícil a César (18''), que respondió con otro paradón. Silva cogió el testigo en el otro lado (20'') y después de superar a Sergio se encontró con Luna, que evitó el gol, algo que casi le volvió a suceder al propio Silva tres minutos después cuando Marc Bertrán se interpuso en su camino, con Sergio ya batido. El Tenerife respondió con otra llegada igualmente resuelta con un paradón de César a disparo de Juanlu (25'') y, dos minutos más tarde, añadió méritos con la jugada clave de este segundo periodo, en la que Nino, que se llevó una pelota en desventaja, encarnó a Alfaro y disparó al cuerpo del portero solo ante el gol. Una de esas ocasiones que él no suele fallar. Todavía hubo un sobresalto más en la otra área, cuando el meta tinerfeño evitó que David Navarro acertara a poco del final del encuentro tal vez en el único despiste defensivo en el juego aéreo, faceta que, dicho sea de paso, lideró siempre el Tenerife en las dos áreas. La sensación de correcalles, que le dio un brillo espectacular al partido durante un buen rato, fue desapareciendo mientras el Tenerife recuperaba todo el control en el medio campo gracias a la revitalización que Oltra activó con sus cambios. Ayoze dio descanso a Kome y Ángel sentó a Juanlu. Con mayor frescura, el equipo acabó entero, buscando la suerte que merecía frente a un rival que, curiosamente, empezó a hacer los cambios al revés, o sea, fue quitando jugadores de creación y metiendo más defensas, proceso que queda patente en la entrada de Marchena por Banega.

El Tenerife se quedó corto, pero se infló de razones para saber que con esa intensidad y esa defensa, sí es un equipo competitivo.