Los municipios de La Matanza de Acentejo y Los Silos compartieron ayer la capitalidad de la ganadería isleña en sus respectivas peregrinaciones y ferias de ganado por San Antonio Abad, reuniendo, cada uno de ellos, en torno a las 10.000 personas.

La celebración de la octava a San Antonio Abad de La Matanza de Acentejo reunió, ayer, en torno a la emita y recinto ganadero, a 10.000 peregrinos procedentes de todos los rincones de la Isla, pero especialmente, de La Laguna. Una tradición, que había quedado en desuso a mediados del pasado siglo, que se recuperó el pasado año y que en esta edición triplicó su capacidad de convocatoria, según datos facilitados a EL DÍA por la Comisión de Fiestas.

La feria congregó a 250 cabezas de ganado vacuno, 1.200 de caprino, 200 caballos y 400 animales de compañía y domésticos. En esta edición se puso de relieve el empuje de la juventud ante el relevo generacional en la ganadería, puesto que se pudo apreciar una mayor presencia de niños y adolescentes conduciendo el ganado con respecto a otros años.

A la octava y peregrinación ganadera de San Antonio Abad asistieron, entre otras autoridades, los consejeros de Medio Ambiente y Agricultura, Ganadería y Pesca, Wladimiro Rodríguez y José Joaquín Bethencourt; y los alcaldes de La Matanza y La Victoria de Acentejo, Ignacio Rodríguez y Manuel Correa, respectivamente, y de El Sauzal, Mariano Pérez. Asimismo, acudieron el presidente de AGATE, Pedro Molina, y el titular de la Asociación de Castañeros de Acentejo, Laureano Febles. Ambos hicieron entrega de los 81 premios otorgados a los propietarios de las mejores reses.

También en la Villa de Los Silos, la muestra y bendición del ganado, por San Antonio Abad, atrajo a 10.000 visitantes, que se congregaron en torno a la plaza de Nuestra Señora de La Luz y antiguo convento de San Sebastián. Se cumplen 282 años desde la celebración de la feria ganadera.

En esta jornada ganadera y artesana se exhibieron 300 mascotas y 400 cabezas de ganado, así como los trabajos de 90 artesanos.

Devoción centenaria

La devoción a San Antonio Abad, en el caso de La Matanza de Acentejo, se remonta a los años inmediatamente posteriores a la conquista de Tenerife, por el adelantado Alonso Fernández de Lugo, a finales del siglo XV.

La edificación de la primitiva ermita se atribuye al conquistador Antón Vallejo, quien después fuera escribano de La Laguna, como promesa por haber resultado ileso en la contienda con los hombres del mencey Bencomo.

La ermita fue ampliada en 1882 y rehabilitada un siglo más tarde. En su entorno se encuentran el recinto ferial y el único terrero de arrastre de ganado de la Isla de Tenerife.