Los vecinos del barrio orotavense de La Florida elaboran cada año, con motivo de su feria de ganado, el que probablemente sea el puchero más grande del mundo. No están en el Libro Guinness de los Récords, pero ni falta que hace. Entre todos aportan lo necesario para elaborar un guiso de verduras y carne capaz de alimentar, tal y como volvió a suceder ayer, a más de 3.000 personas. Desde hace treinta años, por San Antonio Abad, ellos se lo guisan y todos se lo comen. Por supuesto, siempre invita La Florida.

El puchero es uno de los atractivos de las fiestas de este barrio y, aunque no abunden los ejemplos así, esta enorme comida sale de las huertas y los bolsillos de los vecinos. Cada uno aporta lo que puede: una gallina, papas, calabazas, coles, chayotas, perejil, trabajo... o un poco de dinero. La mayoría de los ingredientes del puchero son donaciones, pero cada año se gasta una media de 1.500 euros en la compra de verduras que no se producen en la comarca.

Las cantidades abruman: casi 500 kilos de papas, 400 kilos de coles, 350 kilos de gofio, 300 kilos de calabazas, 300 kilos de chayotas, 200 kilos de costillas de cerdo, 200 kilos de tocino, 70 kilos de zanahorias, 70 kilos de bubangos, 50 kilos de habichuelas, 50 kilos de cebollas, 50 kilos de garbanzos, 30 kilos de piñas, 20 kilos de ajos, 20 kilos de batatas, 10 kilos de ajos puerros, 84 gallinas... Todo repartido en 50 calderos de gran tamaño.

Miles de personas acudieron ayer a La Florida para degustar el puchero. Vecinos del barrio y del municipio, pero también muchos visitantes llegados del Norte, el área metropolitana y el Sur. Incluso llegaron guaguas de alguna localidad sureña fletadas para la ocasión. Los turistas más avispados también hicieron cola para obtener su ración de puchero. Y es que hasta Turismo de Tenerife tiene señalada esta comida en el calendario de fiestas populares de interés para los visitantes.

A los vecinos de La Florida les encanta que venga la gente de fuera a probar su puchero. Es un orgullo. Entre los visitantes, hay quienes incluso después del primer plato se atreven a llevar el "taper". Siempre hay para todos.

Que el guiso está de lujo ya lo saben todos los asistentes, lo que no conoce tanta gente es el trabajo que lleva detrás esta muestra de generosidad y trabajo comunitario. El viernes, desde las ocho de la mañana, alrededor de medio centenar de hombres y mujeres comenzaron a pelar y cortar los casi 2.500 kilos de verdura que se llevó el puchero de ayer.

Durante casi doce horas, un centenar de vecinos, liderados por la comisión de fiestas, se afanó para dejar todo listo para que ayer sólo fuera necesario hervir y servir el puchero. Fueron ocho horas más de duro trabajo para repartir miles de raciones cocinadas a leña.

Esta tradición nació hace más de treinta años. El edil orotavense Domingo Acosta, natural de La Florida, recuerda que todo empezó como una forma de alimentar y agradecer el esfuerzo de los ganaderos que traían a sus animales desde otros puntos de la Isla, "muchas veces caminando". En la actualidad, el ganado viene y va en camiones, pero la tradición de invitar a un buen puchero no se ha perdido en La Florida.