El presidente de Ecuador, Rafael Correa, dijo ante una sesión extraordinaria de cancilleres de Unasur que los sublevados que le mantuvieron retenido el jueves pretendían provocar una guerra civil en su país y también matarle.

Los rebeldes "querían crear el caos en el país y una verdadera guerra civil", dijo Correa a los representantes de los países miembros de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), que llegaron hoy a Quito para expresarle su respaldo.

En una alocución en el Salón Amarillo del Palacio de Carondelet, la sede del Ejecutivo, el presidente calificó a los sublevados como "criminales" y "desquiciados", y dijo que durante el tumulto en el que se vio inmerso el jueves por la mañana "quisieron quebrarme la rodilla".

Correa dijo que entre los policías sublevados se dio la consigna de llevarlo "a Nono", un área cercana a Quito donde suelen aparecer cadáveres, y dijo que el automóvil en el que le sacaron del hospital recibió cinco impactos de bala, que según él demuestran que le querían asesinar.

También insistió en que la rebelión "era claramente una conspiración política" y las reivindicaciones de la policía fueron "un pretexto" para una acción en la que participaron miembros de partidos políticos de la oposición, según él.

Los agentes protestaban contra un proyecto de ley que reduce sus beneficios salariales.

Durante la sesión extraordinaria de la Unasur los representantes de los países miembros, en su mayoría cancilleres, expresaron uno tras otro su respaldo al gobierno y a la democracia de Ecuador.