La recuperación de la población de bisonte americano, una especie prácticamente desaparecida en el territorio mexicano, se ha visto dificultada por la construcción del muro fronterizo entre México y Estados Unidos que se interpone en sus rutas migratorias.

El mamífero terrestre más grande del continente americano, cuyo nombre científico es "Bison bison", habitó las planicies del norte de México por cientos de años, pero la industrialización y el empleo de su piel para elaborar cintas de transporte en máquinas prácticamente lo extinguió en el territorio mexicano.

Por esta razón, varios especialistas negaban incluso que hubiera pertenecido a la fauna mexicana, explicó hoy el científico Rurik List, del Instituto de Ecología (IE) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en un comunicado.

List y un grupo de investigadores demostró que los norteños estados de Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Durango y posiblemente Zacatecas, fueron parte del hábitat original del bisonte.

Sin embargo, más allá de la depredación que el bisonte sufrió en México los investigadores están ahora preocupados por cómo un muro fronterizo con Estados Unidos puede dificultar sus movimientos en este país.

"Una de las áreas donde colocaron la barrera es donde se mueven los bisontes y sólo queda la mitad de la zona libre para que crucen los animales", sostuvo List.

"Aún no sabemos cuál será el efecto (del muro fronterizo), pero es probable que se reduzca el movimiento a México", manifestó.

Por esta razón, los científicos mexicanos pretenden que las autoridades estadounidenses reconsideren la construcción del muro fronterizo, el cual busca impedir el ingreso de migrantes indocumentados a territorio estadounidense, en áreas biológicamente importantes para el movimiento de animales como el bisonte.

Las poblaciones de búfalo, como lo llaman en Estados Unidos, se distribuían desde Alaska hasta el norte de México, pero a consecuencia de enfermedades del ganado traído por los españoles, y la caza, manadas de millones desaparecieron en pocas décadas, detalló List, quien publicó sus hallazgos en un estudio en la revista "Conservation Biology".

"En el siglo XIX la industria creció a pasos agigantados y la demanda de bandas para máquinas aumentó en Europa, y para ese fin, se utilizó su piel", señaló el experto.

Pese a que durante la segunda mitad del siglo XIX y a principios del XX habían desaparecido ya las menciones del bisonte en libros y documentos, el equipo de List encontró informaciones sobre la presencia del bisonte en el territorio mexicano, elaborados por funcionarios que trabajaron en la frontera entre México y EEUU.

"Eso nos lleva a la conclusión de que el bisonte sí es un componente original de la fauna mexicana", puntualizó List.

En México existen solamente dos manadas de bisontes americanos, que se mueven ambas libremente por las inmediaciones de la reserva de la biosfera de Janos, de 543.000 hectáreas, ubicada en el estado de Chihuahua, fronterizo con EEUU.

El origen de la primera manada, descubierta en 1988 por Gerardo Ceballos, investigador de la UNAM, podría estar en dos donaciones de animales en la década de 1920 y en los años cincuenta del gobierno de Arizona (EEUU) al de Chihuahua, "con lo que se formó una población que se ha movido por más de 80 años entre México y Estados Unidos".

En 2003, después de varios intentos, List efectuó una serie de vuelos por la zona y encontró a ese grupo de alrededor de 130 ejemplares, a los que les ha seguido la pista.

"Descubrimos que se mueven en dos ranchos de Estados Unidos y tres de México. En nuestro territorio son considerados especie en peligro, protegida por las leyes, pero en cuanto cruzan la frontera se consideran ganado", precisó.

La segunda manada fue donada por el Parque Nacional de "Wind Cave", en Dakota del Sur (EEUU) y consta actualmente de 21 ejemplares y una cría.