La postura de Manuel Toharia en el encendido debate que suscita el calentamiento global huye de dogmatismos de cualquier clase. Partidario de la prudencia y de huir del catastrofismo, el divulgador y director científico de la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia tiene claro que, sobre la evolución del clima en las próximas décadas, aún no sabemos lo suficiente. Así lo expuso el pasado martes en Tenerife, dentro de un ciclo de conferencias organizado por la Agencia Canaria del Cambio Climático.

¿Hay demasiado ruido alrededor del debate sobre el cambio climático?

Puede que sí, pero lo más importante es que gracias a él nos hemos dado cuenta de que el mundo rico -un 18% de la humanidad que consume el 80% de los recursos naturales- está teniendo una actitud suicida en cuanto al uso de esos recursos. Con o sin cambio climático, lo que habría que hacer es lo que hay que hacer: reducir el espantoso despilfarro de los países ricos, aumentar muchísimo la eficiencia de nuestros procesos y disminuir la dependencia del carbón y el petróleo, recursos que se están agotando y que están implicados en la contaminación del aire y -es posible- en la emisión de gases de efecto invernadero, que no es contaminación. No es que el que el clima que tenemos ahora sea maravilloso, pero nos da miedo cambiar demasiado rápidamente porque puede que los grandes sistemas no se adapten, sobre todo los de los países ricos. Aunque no hubiera cambio climático, el ruido a su alrededor ha venido muy bien para tomar conciencia de lo que estábamos haciendo muy mal.

¿Pero está justificada la alarma?

No lo sabemos. Es una predicción. Yo he sido meteorólogo muchos años y me he equivocado mucho en predicciones a corto plazo, en dos días o tres, y los meterorólogos siguen equivocándose. Me pone los pelos de punta que se haga una predicción a cincuenta o cien años y se pretenda que es segura. Hacer una predicción a cien años es un brindis al sol, aunque haya servido para despertar la conciencia de la gente.

Hay quien opina que el cambio climático es un problema, pero no el más importante.

Es que el cambio climático se confunde muchas veces con el cambio del tiempo. Todo depende de qué periodo y de respecto a qué cambia. No queremos que cambie porque somos conservadores. Vete a saber si las mínimas más altas no serán mejores, aunque para otros serán peores, sin duda. Pero es que tampoco lo que hay ahora es maravilloso: hay países que se mueren de hambre porque son muy secos o lluviosos. El cambio climático es útil como indicador de lo mal que hacemos las cosas unos pocos humanos, los más ricos. Solo por eso. En todo lo demás, el dinero quizás se podría dedicar a otras cosas. Nunca hemos invertido el 0,7% en ayudar a los países pobres, por ejemplo.

¿Es justo limitar el crecimiento de los países en desarrollo al restringir sus emisiones?

China ya emite más contaminación que EEUU; en CO2 está igualada y dentro de poco emitirá más. Ni EEUU ni Europa emiten casi contaminación. Hemos hecho esfuerzos, mientras que ellos no; ellos producen a costa de lo que sea, más barato que nadie, y se comen el mundo. ¿Limitamos a China? No, porque son pobres. Pero en China son 1.500 millones, de los que una cuarta parte son ricos, como nosotros. El resto son ultrapobres. Son sociedades muy desiguales. Y decimos: por los pobres de China, vamos a seguir ayudándoles. ¿Y qué hacen? Te comen. ¿Quien ha salvado de la crisis a EEUU y Europa? China, que será media dueña de Europa y América. Esa ecuación es muy difícil de cuadrar, porque estás ayudando a los ricos de China.

¿Se ha convertido el cambio climático en un chivo expiatorio al que se le achaca todo?

Un poco sí. Ahora llaman ola de frío a lo que hay en España, cuando antes se llamaba invierno. Siempre hay tendencia a buscar una explicación superior. Esto no es grave. Sí lo es tomar decisiones equivocadas, pero como, por fortuna, las que se tomarán para luchar contra el cambio climático habría que tomarlas igualmente, no me parece nada mal. Sí discrepo del catastrofismo que hay en el ambiente. Aunque cambie el clima mucho, en unos sitios será bienvenido y en otros, donde ahora están muy bien, estarán peor. Y puede que esta lección de humildad les venga bien, porque somos los países ricos los que estamos muy bien y los que más sufriremos con el cambio. La gran contradicción es quién da estos mensajes, Al Gore y compañía, que viajan en avión privado para dar conferencias a millón.

¿Estamos contribuyendo los medios de comunicación a ese catastrofismo?

No. Los medios hacemos lo que tenemos que hacer: contar las cosas que nos cuentan, pero con un poco más de sensacionalismo para vender. Hay que competir, y para hacerlo tienes que contar lo mismo pero con un poco más de gracia. Si te pones cauteloso no te comes una rosca. Los medios también tenemos estas servidumbres, y además dependemos de unos propietarios. Pero en general no he notado demasiadas barbaridades. Hemos hecho nuestro oficio con el sensacionalismo subsiguiente, pero nos limitamos a decir lo que nos dicen otros. Otra cosa es que esos otros también sean sensacionalistas o, como está de moda el tema y para sacar dinero para investigar, te pinten las cosas un poco peor de lo que en realidad son.

¿Qué opina sobre la calidad de la información científica que se da en los medios españoles?

Ha mejorado muchísimo, pero estábamos tan mal que todavía nos encontramos muy lejos de los estándares europeos. Pero ya empezamos a parecernos un poco más a países como Francia o Alemania. Siguen siendo un modelo y estando por encima, pero hemos mejorado más que ellos y nos hemos acercado.

¿Qué le parece que determinadas teorías seudocientíficas sigan pretendiendo discutir en pie de igualdad con la ciencia?

La ciencia es muy humilde: solo habla de aquello que se puede demostrar y mientras no se demuestre lo contrario. El que afirme cosas sin pruebas no está haciendo ciencia, está afirmando dogmas. El que crea algo, allá él, a no ser que me obligue a mí a creer. Pero la ciencia no hace eso: quiere demostraciones que funcionen y predicciones que sirvan... Nunca tiene verdades absolutas, siempre relativas. En cambio, los dogmas ofrecen verdades absolutas. Cuando alguien te diga algo como una verdad absoluta, no es un científico. Y en esto del cambio climático empieza a haber mucho dogma. Hay mucha gente que dice que eso es así y el que diga lo contrario es un hereje. Eso es lenguaje de la religión. "¡Es que usted es un escéptico!", me dicen. ¿Cómo no voy a serlo? Cualquier científico lo es por definición.