El presidente egipcio, Hosni Mubarak, empujado por las violentas protestas contra el régimen que lidera desde hace casi 30 años, designó ayer por primera vez a un vicepresidente, el general Omar Suleimán, y encargó a otro militar. el general Ahmed Shafiq, que forme un nuevo gobierno, tras la renuncia en bloque del anterior ejecutivo encabezado por Ahmed Nazif, anunciado la noche del viernes por el propio Mubarak en una comparecencia televisiva en la que, sin embargo, no expresó ninguna intención de abandonar el poder.

Omar Suleimán, que hasta la fecha ocupaba el cargo de jefe de los Servicios Secretos egipcios, nació en la ciudad de Qena, al sur del país, en el seno de una familia humilde el 2 de Julio de 1936.

Tras una dilatada carrera en el Ejército fue nombrado director de los Servicios de Inteligencia de Egipto (EGIS) en 1993, y desde entonces ha sido un hombre cercano al presidente, que ha jugado un importante papel en la diplomacia del país, incluidas las relaciones con Israel y Estados Unidos. Por su parte, Ahmed Shafiq, hasta ahora ministro de Aviación Civil, reemplaza en el cargo a Ahmed Nazif y será la pieza clave para lograr la difícil misión de articular un nuevo gabinete que contente a la ciudadanía que, a pesar de los "movimientos" de las últimas horas sigue movilizada en las calles, exigiendo la dimisión de Mubarak.

El dirigente de la oposición egipcia y premio Nobel de la Paz, Mohamed el Baradei insistió ayer en que el presidente debe renunciar y calificó como un "cambio de figuras" el nombramiento de dos generales como vicepresidente y primer ministro.

Entre tanto, las protestas, que brotaron el pasado martes se intensificaron el viernes. Según cálculos extraoficiales la cifra de muertos puede llegar al centenar, mientras que los heridos son más de un millar.

Desde el viernes, el Gran Cairo, Alejandría y Suez, los principales focos de la revuelta, se encuentran bajo toque de queda, que ayer quedó ampliado, desde las 16:00 y las 8:00 hora local.

En muchos barrios de El Cairo se están registrando escenas de pillaje. A última hora de ayer, los soldados egipcios comenzaron a desplegarse por las calles de la capital y otras ciudades para hacer frente a estas acciones que están empañando la revuelta popular.

Por otro lado, un grupo de personas disparó ayer con armas automáticas contra la sede del Ministerio del Interior.

Poco después, miles de egipcios se dirigieron a la céntrica plaza cairota de Tahrir, epicentro de las protestas de los últimos días, en un claro desafío al toque de queda. Los manifestantes coreaban lemas contra el Gobierno y Mubarak, mientras cruzaban uno de los puentes que comunican el centro de la capital con los barrios de la orilla opuesta del Nilo. Los militares, al contrario que las fuerzas policiales, son bien recibidos por los manifestantes, que no dudan en hacerse fotos con ellos y subirse a las tanquetas.