Tanto contar la historia, de padres a hijos, de abuelos a nietos, durante siglos, primero como versos y luego mediante crónicas escritas, para que casi 400 años después asistamos a la más que probable pérdida de un patrimonio material en ruinas que, hasta ahora, ha dejado constancia de una popular leyenda que los investigadores han convertido en realidad, por lo menos en cuanto a la existencia de las personas que la protagonizaron.

Se contaba que "durante ochenta y siete días el Alma de Tacande deambuló su pena y su pecado. Se presentaba en la casa de la hacienda de Tacande a arrullar a un niño y la cuna se movía sola, se oían dulces cantos y voces que procedían de persona no visible… y los desconocidos lloros de un niño recién nacido. Otras noches se escuchaban tamborcitos, panderos y castañuelas y cantaban voces de decenas de mujeres invisibles al son del ancestral villancico a lo divino".

Es la historia "sobrenatural" más contada de La Palma, la del supuesto regreso del alma en pena de Ana González el 30 de enero de 1628, y que incluso ha sido documentada por dos fuentes distintas, según recogen las investigaciones realizadas en 2007 por María Victoria Hernández, cronista oficial de Los Llanos de Aridane.

En los índices parroquiales que se guardan en el fondo Lorenzo Mendoza, del archivo municipal de Los Llanos de Aridane, se encuentra la inscripción del bautizo de Salvador, el hijo de Ana González (el Alma de Tacande), por el que esta murió de parto. El bautizo tuvo lugar el 12 de septiembre de 1625, figurando ser hijo de Juan Pérez y Ana González. De igual manera aparece en otro libro correspondiente de la parroquia de Nuestra Señora de los Remedios, también en Los Llanos.

Sin embargo, la edificación de más de cuatro siglos, en la que la leyenda y los documentos históricos ubican esta historia, ha degenerado hasta presentar un estado cada vez más lamentable, según pasan los días. Va más allá de lo ruinoso. Es probable que pronto asistamos a un desplome definitivo en toda la estructura.

Hoy, tras otro invierno a la intemperie y sin puntales (antes se apuntalaba para evitar la caída de la techumbre), se cierne, más que nunca, el peligro de derrumbe sobre la vieja casa. Además, según se aseguraba en algunos estudios técnicos recientes realizados por el propio Ayuntamiento de El Paso, "no sólo se está cayendo el tejado sino que las paredes de piedra están cediendo".

Tímidas intervenciones.- En esta edificación privada, con varios herederos, compuesta por una casa principal y un pajero anexo ya sin techo, nunca se ha intervenido, por lo menos que se tenga constancia en el consistorio.

En marzo de 2008, el Ayuntamiento de El Paso ordenó a la Policía Local que procediera a precintar lo que queda de la popular casa. Incluso se llegó a cerrar el acceso a la misma, pese a las numerosas visitas que recibe (sobre todo tras hacerse más extensivo el conocimiento social de la leyenda), más que por un intento de recuperación, para evitar que un posible desplome provoque daños a alguna persona. De ahí la necesidad de puntales.

Por el momento, los intentos de la Administración local para plantear una restauración de la casa se han quedado en la mesa del Pleno. El más reciente fue una propuesta de Dolores Padilla, exalcaldesa socialista, que planteó y aprobó crear un centro cultural y social vinculado a las leyendas de la Isla. Se llegaron a iniciar negociaciones con los propietarios para comprar el antiguo caserío, pero no hubo acuerdo.

Investigaciones.- Mientras la casa se cae, algunos colectivos e investigadores insisten en la importancia social, cultural y patrimonial de la historia que en ella pudo haber tenido lugar, como una de las más bellas leyendas canarias.

Ayer, por ejemplo, en el salón de la asociación de vecinos Alma de Tacande, de El Paso, tuvo lugar una conferencia de María Victoria Hernández, en la que disertó sobre esta historia, bajo el título: "El Alma de Tacande, de leyenda a realidad".

En la conferencia se recogió un extracto del documento encontrado en los archivos sobre la existencia de las personas que la protagonizaron (ver imagen): "En el mismo día, mes y año bauticé a Salvador, hijo de Juan Pérez y Ana González, su mujer. Padrinos Phelipe Vaz y Beatriz Hernández, hija de Rodrigo Pérez, criador".