Muchos han sido los intentos en Valleseco por superar los impedimentos que representa su escarpada orografía y las incomodidades de una vida pendiente de la ladera. Tras dos años de dificultades económicas y no menos problemas de salud en el seno de su familia, Juan Oswaldo del Pino Lugo, un cubano afincado en Tenerife desde los 90, observó que dentro del problema de la zona estaba la solución a los suyos.

Con una vocación de ayuda en un primer momento y una visión de trabajo a la vez, este observador vecino encontró en los problemas cotidianos de las personas mayores y del resto de habitantes de Valleseco una oportunidad de empleo. Este barrio del Distrito de Anaga cuenta con una importante población de personas mayores, que cada jornada deben enfrentarse al reto de los cientos de escalones que serpentean el escarpado barrio para depositar sus bolsas de basura en los tres puntos donde se concentran los contenedores.

Juan Oswaldo, que ahora lleva dos años parado, señala: "Cuando vi el esfuerzo de estas personas, pensé que podía ayudar para aliviarles en su vida cotidiana". Y, dicho y hecho, junto a su mujer, Mary Cabrera, se puso manos a la obra, y sembró las escarpadas calles de Valleseco de octavillas ofreciendo su peculiar fórmula para subsistir, que consistía en ofrecer un servicio de recogida de basura a domicilio para llevarla al contenedor y evitar así los agotadores desplazamientos.

Visión de futuro

Armado de una vetusta moto, de apenas 49 centímetros cúbicos, recorre los intrincados callejones del enclave costero de la capital con el único apoyo de un pequeño carro, que "espero mejorar si el negocio funciona", pues señala que si la experiencia va bien, "deseo que podamos exportar la idea a otras zonas de la capital con similitudes geográficas, como las vecinas poblaciones de María Jiménez o el barrio de La Alegría".

En esta aventura lo acompaña su cuñado, Antonio Cabrera, quien también llegó a estas tierras de su Cuba natal, isla de la que salió Juan hace algunos años como muchos balseros, que "tras ser detectados en alta mar por la patrullera americana, pasé una etapa en Guantánamo y, con posterioridad, en Panamá, hasta que pude venir a España, donde renuncié a mi nacionalidad por la española, con la que pienso acabar mis días, pues aquí me siento en mi casa, ya que mis nietos nacieron en esta tierra y me siento español, no sólo por el pasaporte".

Asegura, sobre los cinco euros que plantea como honorario mensual, "no sé si es suficiente o no; y tendrá que ser la gente la que decida si lo paga", pero no oculta su sorpresa porque en apenas dos semanas "ya hemos recibido la respuesta afirmativa de unos nueve vecinos", aunque explica que ya ha prestado ayuda a unas 40 personas con distintos servicios.

Juan asegura que "esto sólo es el principio", pues afirma que animado por el hecho de que está dando una solución al barrio, "tengo la intención de legalizar esta actividad, y espero que las instituciones me ayuden a llevar a buen puerto la experiencia, ya que, si las cosas nos van bien, nuestra intención es poder contratar a gente joven del barrio, donde hay mucho problema de paro".

A pesar de que reconoce que para el "mal de alturas" que padece Valleseco siempre se han planteado muchas alternativas con las que amortiguar el transporte de la carga, y ninguna ha llegado a cuajar, rechaza que se le diga que tuvo que ser alguien de fuera el que aportara una idea, "porque yo me siento de este barrio, en el que vivo desde hace años, y solo he buscado una solución como un vecino más, porque en tiempos de dificultades y ante las adversidades, es cuando surgen las soluciones".

Además del recorrido que hace por las diferentes casas a las que presta este servicio, que organiza en dos turnos, para adaptarse al horario de recogida de los camiones y a del trabajo de sus clientes, "también proponemos el traslado de enseres al punto limpio, eso sí, a otro precio y negociado. Con esta medida se evita que mucha de esa basura se tire o acumule en cualquier rincón del barrio, ya que sacarla de aquí es mucho más difícil que en otras zonas".

Juan del Pino está convencido que esta propuesta "también contribuye a que la gente del barrio recicle más, pues como deben hacer mucho recorrido hasta llegar a los contenedores, en la misma bolsa depositan todo tipo de desechos, pero como ahora nosotros asumimos ese trayecto, se puede separar mejor la basura".

Nueva oportunidad

Desde que llegó a la Isla, Juan Oswaldo explica que ha hecho de todo, desde trabajar de mecánico en la Fiat durante un buen número de años, a arreglar como trabajador autónomo neveras y aparatos de aire acondicionado, así como regentar dos bares, uno en la capital y otro en La Laguna, hasta que recaló en Valleseco, donde después de algún tiempo de dificultades ha podido comprobar que "el ingenio y las ganas de salir adelante, me están dando una nueva oportunidad en la vida, cuando pensé que todo estaba perdido".