La madre de Antonio Meño, el joven que se quedó en coma vigil hace 22 años por una presunta negligencia médica durante una rinoplastia, lamentó hoy, un día antes de acudir al acto de conciliación para intentar llegar a un acuerdo económico con las aseguradoras de la clínica en la que se practicó la operación, que "el dinero" no le va a devolver a su hijo tal y como se encontraba antes.

En declaraciones a Europa Press Televisión, la madre de Antonio, Juana Ortega, reconoció que "el dinero" no le "va a devolver" a su hijo "ni el destrozo" ocasionado a su familia durante todo el tiempo en el que han estado a su cuidado. "Si me dijeran que con ese dinero mi hijo se va a poder sentar o moverse en la cama, les diría: ahí lo tenéis", aseguró.

No obstante, remarcó que la familia no aceptará menos de la cantidad económica con la que en 1993 el Juzgado de Primera Instancia número once de Madrid condenó al anestesista de la intervención, algo más de un millón de euros, a lo que habría que sumar los intereses generados hasta 2011.

Juana enfrenta la cita de mañana con "bastante poco optimismo" porque cree que si después de 22 años en coma las compañías aseguradoras "no han sido capaces" de resolver su situación y ofrecer un acuerdo positivo, ya no puede "esperar nada bueno" de ellas.

Por ello, cree que el acto del jueves no supondrá una "recta final" del periplo judicial, sino "el pistoletazo de salida" hacia una nueva etapa en la que tendrán que entrar "de lleno en los juzgados a tope".

Aunque la decisión final de llevar a su hijo al acto de conciliación la tomará "en el último momento", aseguró que está "decidida" a llevarle ante los representantes de las aseguradoras porque es "el único testigo" con el que cuenta y confía en que, tal vez, de esta manera podrán ponerse en su lugar.

"ESTO ES UNA CÁRCEL"

La odisea de la familia Meño comenzó el día tres de julio de 1983, cuando el joven Antonio, entonces estudiante de Derecho de 20 años, se sometió a una operación estética de nariz en una clínica madrileña y acabó en coma vigil irreversible.

Desde entonces, la vida de toda la familia dio un giro de 180 grados. Juana contó que su vida "está reducida a 200 metros" ya que no se quiere separar más de su hijo, incluso cuando por obligación tiene que desplazarse, reconoció que siempre va "corriendo".

Aún así, Juana le sigue poniendo la televisión encendida frente a la cama en la que se encuentra y la música de Julio Iglesias o Joan Manuel Serrat, las canciones "de hace tiempo con las que él se emociona" y se le llegan a caer "unas lágrimas de miedo".