Las llamadas a la unidad del primer ministro socialista griego, Yorgos Papandréu, no han servido para alcanzar un acuerdo con la oposición, aunque el jefe del gobierno subrayó que las duras reformas se aplicarán "con o sin consenso".

"Tomaremos las decisiones necesarias, no importa lo que cueste, sea con la oposición o sin ella", declaró Papandréu a la prensa tras tres horas de reunión con las formaciones parlamentarias.

Bruselas había demandado a los políticos griegos que mostraran unidad para aplicar las reformas económicas como requisito para aportar más dinero a la endeudada economía helena, que se vería obligada a cesar pagos si la financiación no llega el mes que viene.

Aunque Papandréu cuenta con una cómoda mayoría absoluta, las nuevas y duras medidas de austeridad por 28.000 millones y privatizaciones que ascienden a 50.000 millones tienen el rechazo de la oposición al completo, los sindicatos y algunos socialdemócratas de su formación, el Pasok.

Esas medidas son imprescindible para que el país obtenga un nuevo tramo de la ayuda internacional de 110.000 millones, que no ha conseguido evitar el riesgo de bancarrota pese a los 53.000 euros que ha recibido hasta ahora Atenas.

Tras tres horas de deliberaciones a puerta cerrada en una reunión auspiciada por el presidente, Carolos Papulias, el líder de la mayor formación opositora, la conservadora Nueva Democracia (ND), Antonis Samarás, desechó de plano cualquier acuerdo.

"Hemos propuesto -dijo Samarás- una cohesión más profunda: que se renegocie el acuerdo" con la Unión Europea (UE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), y agregó: "No estoy dispuesto a apoyar una política que arrasa con el país".

Papandréu, por su parte, quiso atajar cualquier especulación sobre un adelanto electoral y destacó que las elecciones "se celebrarán en 2013".

Cuando el primer ministro socialista llegó al poder en 2009 descubrió que el déficit público era más del doble de las cifras que había publicado el gobierno conservador de Nueva Democracia, y alcanzó en 2009 al 15,4 % del PIB.

El objetivo para este año es reducirlo al 7,5 %, aunque Bruselas y el FMI quieren que haya un consenso político de fondo sobre la necesidad de sanear la economía tras décadas de despilfarro estatal y maquillar las cifras macroeconómicas para entrar en la eurozona.

Está pendiente la entrega del quinto tramo de ayuda de 12.000 millones de euros, sin la cual Grecia no podrá pagar sus obligaciones y se verá obligada a "cerrar la tienda", según declaró el lunes el ministro de Finanzas griego, Yorgos Papaconstantínu.

El comisario de Asuntos Económicos, Olli Rehn, expresó hoy en un comunicado la decepción de Bruselas por la falta de consenso político en Grecia, instando a encontrar "una pronta solución. El tiempo se está acabando".

"Es de suma importancia para la recuperación de la economía helena que todos los partidos griegos, incluyendo los de la oposición, adopten una actitud constructiva y apoyen la implementación del programa", afirma Rehn.

El descontento social va en aumento a medida que se le aprieta aun más el cinturón a los ciudadanos con subidas de impuestos, y con una economía en recesión que puede situar el paro en la cifra histórica del 16 % este año.

Por tercera jornada consecutiva, miles de "indignados" griegos han vuelto a llenar las plazas de las principales ciudades gritando contra el sistema "corrupto" y han firmado un manifiesto en Atenas en el que declaran que permanecerán pacíficamente en las plazas "hasta que se vayan los ladrones".

Los sindicatos han convocado para el 21 de junio una nueva huelga general contra la ola de privatizaciones que se acercan y el país vive cada día jornadas de protesta de parte de sindicatos de todos los sectores productivos.