Hace poco que Alfredo Pérez Rubalcaba confesaba en una entrevista que si se le escuchaba cantar sorprendería a más de uno.

Esa se antoja que es una de las pocas facetas aún ocultas de la persona a la que el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, ha propuesto hoy a sus "barones" para que le avalen como su sucesor.

Tantas ruedas de prensa, tantas imágenes suyas a lo largo de años y años en el frente político, ya sea en el Gobierno o en la oposición, tantas respuestas en las que ha toreado a los periodistas cuando las circunstancias le invitaban a no responder a sus preguntas, han hecho que sea uno de los políticos más conocidos...y mejor valorados.

Al menos para gran parte de la opinión pública, porque en el partido que lidera Mariano Rajoy las opiniones son bien distintas y sus dirigentes ven en él a una de las bestias negras que, incluso en un momento de debacle electoral socialista como el actual, puede ser más peligrosa. Seguro que por ello intentará que el faisán siga sobrevolando su gestión

Rubalcaba es un superviviente de la etapa felipista al que pocos creían cuando no hace mucho aventuraba que sus días como ministro del Interior representaban sus últimos coletazos en la vida política.

Poco después llegó el 20 de octubre de 2010, su ascenso a la vicepresidencia primera, la asunción de los galones de portavoz del Gobierno y los elogios de muchos dirigentes socialistas cuando se intuía que Zapatero podía dar un paso atrás.

No ha defraudado a la hoja de ruta que hace unos meses trazaron muchos análisis políticos y que le situaban como el cartel socialista para las próximas elecciones.

Para ello, Zapatero se ha quedado en el camino y Carme Chacón ha tirado la toalla cediendo a unas presiones detrás de las que se ha querido situar al propio Rubalcaba.

Nacido en la localidad cántabra de Solares y camino de 60 años, Rubalcaba ha sido también secretario de Estado, ministro de Educación, portavoz del grupo socialista y fue el elegido por Zapatero para pilotar una tregua de ETA que se diluyó en la T-4 de Barajas.

Pero él y a quien va a suceder están convencidos de que el fin de la banda terrorista está cerca y sería uno de los mejores regalos que podrían ofrecer a los ciudadanos y ofrecerse a sí mismos.

El PSOE no espera sorpresas y no cree que alguien pretenda disputarle las primarias a Rubalcaba.

El vicepresidente respirará hondo porque eso supondrá que sus primarias serán las primeras en las que triunfe, ya que sus precedentes no son nada reconfortantes: apostó por Almunia y ganó Borrell, dio su apoyo a Bono y le venció Zapatero, respaldó a Trinidad Jiménez y fue superada por Tomás Gómez.

A la cuarta irá la vencida. Eso sí, parece que sin oponente. Cuantos menos quebraderos de cabeza, mejor para una salud que le dio un susto este año cuando tuvo que ser ingresado en la UCI por una infección tras una biopsia en su próstata.

El sucesor intentará recordar sus tiempos de notable atleta para multiplicarse y hacer honor a los tres candidatos que en él ve Guillermo Fernández Vara: Alfredo, Pérez y Rubalcaba.

Tres en uno, desengrasante, desincrustante y lubricante para un PSOE ávido de superar obstáculos.

Tres candidatos que encarnan la esperanza socialista de dar la vuelta a lo que dijeron las urnas el pasado domingo. A él se van a encomendar con la incógnita de si tendrá fecha de caducidad en las próximas elecciones generales y sólo es un puente entre Zapatero y ¿quizás Chacón?.

El tiempo dará respuesta. Hasta entonces parece que muchos socialistas van a corearle una canción con la que quizás haga sus pinitos en casa: "Sin ti no soy nada".