El aumento de los roces entre Pekín y sus vecinos del sureste asiático en torno al Mar del Sur de China, unido al creciente intervencionismo de EEUU en un conflicto con décadas de historia, amenazan con perturbar la paz futura en esa zona, donde se cree que se encuentra la tercera mayor reserva de crudo del mundo.

El Mar del Sur de China, de unos 3,3 millones de kilómetros cuadrados, rodeado por media decena de países y poblado por un centenar de islas deshabitadas (los archipiélagos Paracel y Spratly), se está convirtiendo en un creciente foco de tensión que está pasando de las palabras a los hechos en los últimos meses, coincidiendo con un aumento del interés de Washington en la zona.

Vietnam y Filipinas han acusado a China de cortar cables usados para investigaciones sismológicas en el lecho marino de la zona disputada, o de amenazar a sus barcos pesqueros, mientras desde hace más de un mes, manifestaciones antichinas que no se permitían desde hace años en Hanoi, la capital vietnamita, preocupan a Pekín.

En la cercana Filipinas, mientras tanto, se ordenaba el pasado mes cambiar en los mapas nacionales el nombre "Mar del Sur de China" por el de "Mar Occidental de Filipinas", mientras se destruían en las aguas disputadas balizas de demarcación establecidas por Pekín.

A los cada vez más frecuentes roces se ha aproximado la sombra de Estados Unidos, que, en una coincidencia que motivó sospechas en China, celebró en las mismas semanas de mayor conflicto maniobras navales conjuntas tanto con Filipinas como con Vietnam, un antiguo rival con el que vive un periodo de acercamiento.

"Vietnam y Estados Unidos parecen estar aprovechando la oportunidad para mostrar sus intenciones de fortalecer su control sobre estas áreas disputadas", señaló Steve Cheung, investigador de la región Asia-Pacífico

Ello preocupa a los analistas y les hace temer que la zona, por su gran potencial económico y su importancia geográfica se convierta en un "punto caliente" similar al Golfo Pérsico.

De hecho, los chinos apodan a veces a la zona "nuestro Golfo Pérsico": se calcula que en su lecho podría haber reservas de 17.700 millones de toneladas de crudo (más incluso que las que tiene Kuwait), y en sus aguas se concentran un 8 por ciento de las capturas pesqueras globales.

Además, se trata de una de las zonas de mayor tráfico del mundo: el hecho de que por allí pasen los navíos chinos con exportaciones para todo el planeta, o los que llevan a China el crudo importado, hacen que el lugar tenga el triple de tráfico que el Canal de Suez, o cinco veces más que el de Panamá.

Para China, que dice tener "soberanía indisputable" sobre la zona y sus islas, el problema tiene un punto de inflexión clave, el interés de EEUU en "volver al sureste asiático" tras el fiasco de la Guerra de Vietnam.

"EEUU está usando el conflicto como una excusa para regresar a Asia, y otros países de la zona tienen la esperanza en que, al involucrarse Washington, ellos pueden tener más fuerza para enfrentarse a China", señaló al respecto Ma Zhenggang, del Instituto de Estudios Internacionales de China (CIIS).

Los actores del sureste asiático en conflicto -también Brunei, Malasia o Taiwán- no se niegan a negociar con China: hoy mismo inicia un viaje a Pekín el secretario de Exteriores filipino, Albert del Rosario, y recientemente hizo lo propio el viceministro de la cartera de Vietnam, Ho Xuan Son, con el conflicto en la agenda.

Sin embargo, opinan los analistas, muchos prefieren un acercamiento multilateral, ya que se sienten "débiles" en una negociación en solitario ante el gigante asiático.

"El Gobierno chino, a largo plazo, ha de mostrarse a favor de una resolución multilateral, tal vez a través de las Naciones Unidas", destacó el especialista Cheung.

De momento, las espadas están en alto, y el momento álgido se alcanzó en junio, cuando en una visita de Del Rosario a EEUU, su homóloga norteamericana, Hillary Clinton, prometió a Manila ayuda militar a Filipinas "en caso de invasión", algo que tampoco gustó a Pekín.

"Clinton hizo promesas ante supuestos sin fundamento alguno, China nunca envía tropas contra otros. Esto no ayuda al diálogo pacífico", opinó al respecto Qu Xing, presidente del CIIS.

Por ahora el asunto se limita a conflictos entre patrulleras y pescadores, cortes de cables y acusaciones diplomáticas, pero los expertos han dado la señal de alarma, y recuerdan que China y Vietnam, en los 70 y 80, libraron en la zona batallas navales en las que hubo cerca de un centenar de muertos.

"Vietnam se está encaminando a un conflicto armado en el que el ejército chino destrozará los barcos vietnamitas", advertía el mes pasado el diario nacionalista chino "Global Times".