La falta de comida en Mogadiscio, que en los últimos dos meses ha recibido a 100.000 desplazados que buscan en la capital somalí refugio de la guerra y la sequía, ha derivado en saqueos y enfrentamientos entre la población afectada, denunció hoy el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR).

"Nuestros colegas ven de primera mano la desesperación de las personas desplazadas y hambrientas, que arremeten las unas contra las otras para conseguir la comida que distribuyen las ONG locales", manifestó en Ginebra la portavoz de ACNUR, Vivian Tan.

Según ACNUR, la comida que se ha logrado llevar hasta Mogadiscio es claramente insuficiente, lo que ha causado "graves aglomeraciones de gente e incluso algunos actos de saqueo y pillaje", afirmó Tan, que indicó que los más perjudicados son las mujeres y los niños.

"Incluso si la gente puede obtener la comida y la bebida que se está distribuyendo, habitualmente carece de los medios para acarrearla", explicó la representante de ACNUR, que cifró en 100.000 personas las llegadas a la capital desde el mes de junio.

"Y la cifra está aumentando cada día que pasa, con llegadas diarias medias de 1.000 personas en el mes de julio", aseguró.

El principal asentamiento de estos desplazados está en Badbado, en las afueras de Mogadiscio, donde viven 28.000 personas, la mayoría procedentes del sur del país, donde la hambruna y la violencia han obligado a huir a decenas de miles de personas.

Por lo general, buscan la frontera sur con Kenia, donde se encuentra el campamento de Dadaab, en la actualidad el campo de refugiados más grande del mundo, con más de 380.000 personas.

Pese a la masificación del campamento, ACNUR cifró en "una media de 1.300 personas" las llegadas diarias a Dadaab e informó de que para aliviar la presión sobre este emplazamiento se ha creado un nuevo campo en sus afueras con el nombre de "Extensión Ifo".

ACNUR insistió en que las personas que llegan a la frontera con Kenia lo hacen "en un estado de salud horroroso, deshidratados y severamente malnutridos, especialmente los menores de edad".

"La mayoría de los nuevos llegados se establecen de manera espontánea en las afueras de los límites creados en torno a Dadaab, en una tierra no apta para vivir (...)", informó Tan.

"Esto supone una presión añadida a un entorno semiárido frágil, incrementa la tensión con las comunidades locales y aumenta el riesgo de incendios y de propagación de enfermedades, a lo que hay que sumar que estamos hablando de una zona propensa a sufrir inundaciones durante la época de lluvias", agregó.

ACNUR también expresó su preocupación por la situación en los campamentos de Dollo Ado, en la frontera suroeste con Etiopía, donde "uno de cada tres niños menores de cinco años que llegan tienen que ser tratados de urgencia dada su severa malnutrición".

Mientras tanto, Naciones Unidas insistió hoy en su llamamiento a los donantes para que ayuden a financiar una operación de emergencia para la que se necesitan 2.000 millones de dólares, de los cuales hasta ahora solo se ha recibido la mitad.

Corine Momal-Vanian, portavoz de la ONU en Ginebra, dijo que la financiación es "urgente", pero expresó su escepticismo dado que en el pasado, en operaciones similares, "no se entregó todo el dinero que previamente se había comprometido" por parte de los países.