La cuenta atrás para la suspensión de pagos de EEUU prosigue su curso sin que ninguno de los dos bandos haga concesiones, y la Casa Blanca amenazó ayer con vetar un plan republicano a una semana de la fecha límite del 2 de agosto.

Poco después de que el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, anunciase su intención de someter a voto su plan para elevar el tope de deuda en dos fases, la Oficina de Gestión y Presupuestos de la Casa Blanca emitió un comunicado en el que advertía de un veto presidencial.

La Casa Blanca aseguró que vetará la propuesta republicana para la elevación en dos fases del tope de deuda, en el caso de que sea aprobada por el Congreso, en un nuevo gesto de confrontación entre republicanos y demócratas a una semana de que se alcance la fecha límite del 2 de agosto.

"La Administración se opone frontalmente a que esta medida sea aprobada (...) Si es presentada al Presidente, el consejo de asesores recomendará que sea vetada", informó la Casa Blanca.

Previamente, Jay Carney, el portavoz de la Casa Blanca, indicó que "aún hay espacio", pero que "ambas partes van a tener que renunciar" a algo.

El presidente de EEUU, Barack Obama, reconoció la noche del lunes -madrugada de ayer en Canarias- en un discurso a la nación que las negociaciones estaban "bloqueadas" y advirtió de una "profunda" crisis económica si no hay acuerdo entre republicanos y demócratas para aumentar el límite de la deuda, actualmente en 14,29 billones de dólares.

Boehner replicó que en ningún caso entregaría un "cheque en blanco" a Obama, quien insiste en un plan de largo plazo que disipe la incertidumbre económica sobre EEUU, ante la amenaza de la primera suspensión de pagos del país en su historia reciente.

El líder republicano criticó a su vez el plan demócrata hecho por el Senado, de mayoría demócrata y respaldado por Obama, de reducción de 3 billones de dólares en una década y que elevaría el techo de la deuda hasta el 2013, como una propuesta "efectista".

Obama apeló a los estadounidenses a que presionaran a sus congresistas para apoyar un "acuerdo equilibrado y responsable" sobre la reducción del déficit y que permita la elevación de la deuda.

En la mañana de ayer la centralita telefónica y las páginas web del Capitolio amanecían al borde de su capacidad debido a la avalancha de consultas por parte de ciudadanos.

La atención de la opinión pública ha ido en aumento en las últimas semanas tras observar cómo los congresistas se muestran incapaces de pactar un acuerdo bipartidista, algo logrado previamente en casi una veintena de ocasiones.

Según la última encuesta del Centro de Investigación Pew, el 68% de los estadounidenses dice ahora que los legisladores deberían pactar un acuerdo, frente al 55% de finales de abril.

Pese a que los mercados están reaccionando con calma ante posibilidad de que EEUU se declare en mora, los primeros signos de inquietud comienzan a verse, como en el debilitamiento del dólar y la tendencia bajista de Wall Street.

El FMI urge un acuerdo

Por su parte, la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, urgió ayer a los políticos de EEUU a que logren un acuerdo para "evitar contagios al resto del mundo".

"En el techo de deuda, el reloj está sonando, y es claramente un tema que debe ser resuelto inmediatamente", afirmó Lagarde en un acto en Nueva York.

Una revisión de la calificación de la deuda de EEUU o una moratoria sería, a su juicio, "un acontecimiento muy, muy grave, no sólo para EEUU sino para el conjunto de la economía mundial".

El secretario del Tesoro, Timothy Geithner, ha reiterado en varias ocasiones la imposibilidad de una prórroga tras asegurar que, si el Congreso no permite la elevación del tope de deuda, el Gobierno federal se quedará el 2 de agosto sin fondos para hacer frente a sus obligaciones.

Diversas agencias de calificación de crédito, como Moody''s y Standard & Poor, han anunciado que sin un acuerdo revisarían a la baja la calificación de la deuda de EEUU, lo que previsiblemente conllevaría una subida de las tasas de interés y más presión sobre la frágil recuperación económica.