Nubada es el extraño escenario en el que transcurre la última novela de Juan José Delgado (1949). Un país sujeto a la tiranía de Gadeón Bramante y desde el que madura "La trama del arquitecto", una obra de Tropo Ediciones que esta tarde, a partir de las 19:30 horas, se presenta en el edificio de la Mutua de Accidentes de Canarias (MAC) de la capital tinerfeña. La trama diseñada por el profesor de Literatura de la Universidad de La Laguna se arma en un paisaje desolado habitado por unas criaturas primitivas. El esperpento que filtra el escritor aronero en su narrativa es fruto de un "inconformismo" que lo aleja de una realidad que es sometida a un análisis crítico.

¿El mundo imaginario que describe en su última novela es fruto de una "mirada" surrealista?

Algo de surrealismo sí que existe porque para escribirla me he apartado del realismo. No obstante, la fórmula del realismo no es válida para reflejar a la sociedad actual. Los escritores hemos confiando en la historia y en la razón para resolver un buen número de conflictos literarios, pero esos dos principios se encuentran en la papelera de un mundo dominado por el poder... El reflejo de la sociedad que transmite ese posicionamiento realista no me interesa, lo que quiero es contar lo que hay debajo de esa capa.

¿Ese esperpento está próximo al que recurre Valle Inclán?

El mundo de hoy es tan diferente al de Valle Inclán que resulta difícil que nosotros podamos seguir sus procedimientos. Su filosofía sí que es válida aún porque él creía que toda la cultura que le estaba ofreciendo España era estúpida y, por lo tanto, él no la quería. El trabajó el esperpento hasta dejar en evidencia la realidad social que lo rodeaba. Una novela es un punto de reflexión a nuevos mundos. En mi caso, creo que el tema de la violencia es una cuestión que ha invadido a la cultura de una forma por lo menos inquietante. Mostrar ese espanto, que muchas veces no se enseña bien en televisión porque las imágenes se utilizan como un torrente de secuencias, nos permite crear ese tiempo de reflexión a través de la literatura.

¿Dónde habría que buscar el eje temático de "La trama del arquitecto?

En esta novela escribo de una violencia interna como la que se está produciendo en muchos lugares y que, a veces, requiere encontrar un enemigo fuera que explique lo que está ocurriendo en su interior. La necesidad de obtener un dominio económico se refleja en una amalgama de subtemas que se funden en torno a una trama dominada por el poder.

¿Cree que es factible conquistar a nuevos lectores tomando como punto de partida la originalidad?

La cuestión radica en saber qué es lo que quiere un novelista cuando está haciendo una novela. Luego, está la otra parte. ¿Se quiere vender el libro? Sí, pero no a cualquier precio. Respecto a los hábitos de lectura, yo creo que los nuevos lectores se están haciendo ahora o en todo caso están recién hechos, si es verdad que existe ese porcentaje. Hoy podemos decir sin miedo que se están perdiendo lectores. El sistema educativo español no favorece la motivación lectora de los jóvenes. No hay espacio para que los alumnos se aproximen a la literatura. Desconozco los retos a los que pueden hacer frente los nuevos lectores porque mis referentes literarios fueron otros. ¿Quién lee hoy a Thomas Mann? El hecho de que no lean a ese autor supone que esa es la vara de medir para sancionar si una novela merece ser publicada o no... Yo pienso que no. Las grandes novelas, y no hablo de la mía, perduran en el tiempo y la oportunidad que tendrán los nuevos lectores de llegar a ellas va a depender de la motivación que se les transmita. El problema actual es que la literatura ha dejado de ser un elemento cultural para convertirse en un producto de mercado.

¿Cuál es la mayor satisfacción que ha encontrado al escribir la historia que hoy presenta a sus lectores?

Para concebir una novela es necesario mantener durante un tiempo una actividad mental e imaginativa muy especial. Cuando escribes el mundo se mueve de otra forma y el autor tiene que estar atento a los mensajes que recibe. Estoy agradecido y satisfecho de los momentos felices que he podido disfrutar durante la creación de esta novela. Cada vez que un autor se enfrenta a una nueva aventura literaria se pone en contra de los proyectos anteriores.

¿Ha existido esa "lucha" con los episodios que tienen lugar en la nación de Nubada?

"La trama del arquitecto" completa una trilogía de la violencia que se desbordó con "Canto de verdugo y ajusticiados" -premio de novela Ciudad de La Laguna 1988-, un libro en el que la violencia se trató desde un punto de vista histórico y en el que incluso existe una referencia al mundo de los guanches. Más tarde llegó "La fiesta de los infiernos" (2002), que era una crítica al totalitarismo, la violencia y el enmascaramiento de los gobiernos. Con este libro doy por consumada la trilogía de la violencia. ¿Esa inclinación narrativa hacia la violencia es uno de sus temas favoritos o, en todo caso, un escenario en el que se siente cómodo?

En mi caso parece que esto es así. Yo me limito a recoger lo que me filtra el mundo. Bebo de él a través de una pajita y me siento muy impactado por esas imágenes. Un escritor debe tratar asuntos que aviven su curiosidad, pero me he dado cuenta de que he hablado mucho de la violencia. ¿Qué más puedo contar que no haya dicho ya?