En el pueblo de Vilaflor, en una antigua casa remozada y reformada que luce orgullosa los trazos que definen, además con fidelidad, el estilo de la arquitectura canaria, se encuentra ubicado el restaurante Casa Pana.

A primera vista, uno repara en la fachada de piedra vista; en las altas cubiertas a dos aguas sostenidas por sólidos artesonados de tea; en las habitaciones que se distribuyen a lo largo del corredor como pequeños comedores; en las strelitzias pintadas sobre las paredes de color pastel; en la terraza de la parte trasera, cubierta por los viñedos y asomada a los campos de labor, mirando hacia la altura que anuncia a la vuelta la presencia del Parque Nacional de Las Cañadas y la figura del majestuoso Teide...

Cada rincón rezuma ese ambiente especial, casi inexplicable, que, en un principio, acoge al comensal y que poco a poco, casi sin sentirlo, parece que lo va envolviendo en aromas.

Este restaurante está cargado de una larga historia ligada a Cipriana, conocida popularmente como "Pana", una mujer extraordinaria y vital que falleció a la edad de 96 años. Su espíritu animoso y sus ganas de vivir fueron capaces de superar los tiempos difíciles de la guerra y la posguerra, y a pesar de no tener hijos carnales, bien que crió y cuidó hasta tres generaciones.

Precisamente, ese espíritu es el que alimenta la cocina que se elabora en este restaurante. No en vano, Pana, además de comadrona y una enorme conocedora de las cualidades curativas de las hierbas, siempre tuvo una mano especial para hacer de comer, tomando como base los productos de su propia huerta y los animales que ella misma criaba. Y eso sin hablar de sus excelentes dotes como repostera.

Pues bien, pese al paso de los años, todo este poso de sabiduría, este delicioso recetario descansa ahora en las manos de Miryn, la mujer que lo mantiene vivo con la ayuda de sus hijos José y Silvia.

Un repaso a la carta no deja lugar a la duda: la cocina que aquí se sirve es de profunda raíz canaria. Y ya sentados a la mesa, para ir haciendo boca, recomiendo un almogrote (con queso de Vilaflor), que está para chuparse los dedos o bien para untar, según se tercie.

Las garbanzas, exquisitas; con ese punto de cocción justo, ni duras ni blandas, y una salsa de paladar suave que anima a coger pan y sopetear, ahora ayudado por un vino blanco del lugar.

También figuran el puchero (de fábula), el escaldón y el pringo, y mientras recorro la propuesta, junto a mí pasa una bandeja de papas con carne cabra que huele a gloria.

Las posibilidades no se acaban aquí y destacan un solomillo a la piedra, así como un conejo en salmorejo, aunque para las personas amantes de los productos de la mar figura un bacalao encebollado.

Eso sí, inexcusable probar algún dulce. Valgan el de tetilla de novicia o el de chocolate con almendras.

Casa Pana se saborea.

LA FICHA

Cocina: Miryn

Sala: Silvia y Mirona

Dirección: C./ Los Castaños, 7 juntoa la dulcería. Vilaflor

Teléfono: 922 70 90 70

Horario: Martes a sábado de 12:00 a 19:00; domingo de 12: 00 a 17:00 horas. Cerrado los lunes

web: www.casapana.com