José Luis Hernández, docente y miembro de la Asociación Canaria de Meteorología, presentó ayer en el Ayuntamiento de La Orotava un documental que rescata del olvido la mayor catástrofe natural de la que se tiene constancia en la historia de Canarias: el aluvión de los días 7 y 8 de noviembre de 1826, once horas seguidas de fuertes vientos y lluvias que causaron más de 500 muertos en la Isla -mil según algunos cronistas-, la mayoría en el Valle de La Orotava y otras zonas del Norte.

Las cifras de la investigación de José Luis Hernández, basada en un 95% en los escritos de cinco cronistas de la época, resultan abrumadoras: entre 500 y 1.000 muertos, casi 300 en el Valle; más de 400 casas destruidas, y doce nuevos barrancos creados por las escorrentías solo en La Orotava.

Las crónicas que recuerdan esta catástrofe que llegó a modificar sustancialmente el paisaje de la Isla llevan las firmas de destacados personajes como Sabino Berthelot, antropólogo y naturalista francés afincado en la Isla como cónsul de su país; José Agustín Alvarez Rixo, cronista del Puerto de la Cruz y alcalde de la ciudad; Antonio Santiago Barrios, cura párroco de la Iglesia de Santiago Apóstol del Realejo Alto; José Delgado Trinidad, capitán de milicias del Regimiento Provincial de Güímar, o Emilio Auber, hijo de Pedro Alejandro Auber, naturalista francés que inauguró el Jardín Botánico de La Habana.

Tal día como ayer, el Valle de La Orotava amanecía destrozado: los cultivos arrasados, muchas de la escasas infraestructuras, puentes y caminos desaparecidos, y toda su parte baja repleta de arena, barro, piedras, restos de casas y cuerpos humanos y de animales. Cuentan las crónicas que llegaron a encontrarse retamas de Las Cañadas en el Puerto de la Cruz; que un cono volcánico desapareció por acción de las escorrentías en la cumbre; que varios barcos naufragaron; que el mar se retiró más de 208 metros en la desembocadura del barranco portuense de San Felipe por la acumulación de materiales; que algunos barrancos se ensancharon hasta más de un kilómetro, o que la talla original de la Virgen de Candelaria se perdió con este temporal que también segó decenas de vidas en el Sur de Tenerife.

El edil de Cultura de la Villa, Francisco Linares (CC), subrayó ayer la importancia de recordar un hecho histórico "desconocido para la inmensa mayoría de la población", pero que generó una grave crisis humanitaria, social y económica.

El autor del documental, que ha investigado durante cinco años, remarcó que no se sabe con exactitud qué tipo de fenómeno afectó hace 185 años a la Isla, "aunque la opción más probable es que se tratara de un ciclón tropical", cuyos efectos se agravaron por la gran deforestación de los montes en el siglo XIX. "Este fenómeno estuvo a punto de repetirse en 2005 con la tormenta tropical "Delta", aunque en aquella ocasión tuvimos la suerte de que el frente de lluvias se separara del frente de viento, que fue el que sí afectó a la Isla", indicó.

Sin ánimo de crear alarma, Hernández considera que este tipo de fenómenos volverán a producirse en Tenerife, "a lo mejor una vez cada 500 años, pero habría que aprender de lo ocurrido". A su juicio, las consecuencias de un temporal similar serían ahora incalculables, "sobre todo debido a la construcción en márgenes de barrancos y, en especial, en zonas como el Puerto de la Cruz".

El documental se estrenó ayer en el Consistorio villero y está previsto que en breve se emita también en La Guancha, donde este aluvión dejó más de 52 muertos.