Roberto Santana Morales (Santa Cruz de Tenerife, 1977) ejerce de enólogo en la bodega Suertes del Marqués (Soagronorte), perteneciente a la D.O. Valle de la Orotava, donde vive enfrascado en un apasionante proyecto vitícola.

Hijo de Roberto, propietario del Mesón Castellano en Santa Cruz de Tenerife y uno de los restauradores más afamados de la Isla, una vez terminó su licenciatura en Química por la Universidad de La Laguna, este joven inquieto decidió que había llegado el momento de trasponer los límites del territorio insular para cumplir su gran sueño: la enología. El destino lo tenía claro, la Universidad Miguel Hernández de Elche, donde se formó, obteniendo la licenciatura en esta disciplina, sin que se detuviera la fermentación y madurando una idea, acaso una utopía: elevar la consideración de la uva listán negro a la condición de gran monovarietal.

Desde su condición de asesor de siete bodegas peninsulares y enfrascado en una empresa vitícola, con tres socios y viñedos de Ribeira Sacra, a Roberto le sedujo el proyecto que le presentó Francisco Javier García Núñez y su familia, propietarios de la bodega Suertes del Marqués, durante una de sus visitas a la Isla.

En adelante, este enólogo se ha sumergido en la apuesta por elaborar vinos crianza (casi un sacrilegio por estos pagos) en barricas de roble francés, fermentar en depósitos de hormigón... Una palabra le ronda el pensamiento: "terroir" y, precisamente, la traslación de este concepto de raíz francesa hasta el ámbito isleño lo lleva a subrayar que "nuestra personalidad la debemos buscar en la elaboración de unos vinos con tipicidad, de corte atlántico y con poca capa".

Roberto es un convencido de que con una uva propia como la listán negro "se puede hacer mucho" y, en consecuencia, afirma que le da vergüenza "que no valoremos lo que tenemos", asegurando que no se debe desmerecer esta uva, "en todo caso sería innoble quien no sabe trabajarla".

En su ideario existen tres principios irrenunciables que acompañan la condición de cualquier vino: el suelo le proporciona la calidad; la añada le transmite el carácter y la gente que trabaja la viña es la que le confiere el alma.

Un brindis por Roberto ¡Salud!