¿Qué propietario de una vivienda no se ha planteado alguna vez ampliar alguna habitación, hacer un cuarto para la lavadora en la azotea o poner una pérgola en el patio? Seguramente son muchos los que ni pensarían en solicitar una licencia de obra menor al ayuntamiento para iniciar unos trabajos en su propia casa; sin embargo, es necesaria y su inexistencia puede acarrear el precinto de la obra e, incluso, la ejecución de sanciones.

Para solventar este tipo de situaciones la gerencia de Urbanismo del Ayuntamiento de La Laguna puso en marcha hace ya dos años el Servicio de Inspección Urbanística. Constituida por siete trabajadores que recorren a diario las calles de la ciudad y que actúan de oficio o a través de denuncias ciudadanas, se han convertido en el nexo de unión entre el ciudadano y el área de Obras y Servicios.

Aunque su visita puede provocar nerviosismo (para algunos son tan temidos como los inspectores de Hacienda), los inspectores urbanísticos se esfuerzan por realizar un ejercicio de pedagogía y explicar que su principal objetivo es ayudar al ciudadano a legalizar su situación y no poner sanciones.

La Gerencia de Urbanismo ha intensificado la inspección de las viviendas del municipio para que las obras se realicen según los proyectos presentados en la oficina técnica correspondiente y vigilar, al mismo tiempo, las casas catalogadas para evitar que sus propietarios permitan la ruina de estos inmuebles. Además, Urbanismo ha aumentado el trabajo de control de las viviendas del casco a través de una ordenanza especial, cuyo objetivo es conseguir la conservación de las casas e instar a los propietarios a que realicen actuaciones de conservación y mantenimiento.

Para conseguirlo, la administración necesita unos ojos y oídos que alerten sobre todo aquello que pueda contravenir las leyes de planeamiento urbanístico. Y es que, pese a que el ciudadano lo suele desconocer, todo está regulado: desde la superficie que puede ocupar un cuarto para lavar o los materiales con que debe construirse una barandilla.

La interacción entre los ciudadanos y los inspectores a veces no es fácil pero este cuerpo administrativo está específicamente formado para tratar con el ciudadano. "Hay que tener mucho respeto y tacto porque por lo general le vas a dar una mala noticia a un vecino, de todas formas suelen ser muy comprensivos", aseguran.

La cultura de la autoconstrucción de los años sesenta y setenta hace difícil explicar que cualquier tipo de obra necesita una licencia. Sin embargo, en los dos años que este cuerpo específico lleva recorriendo las calles se ha notado el descenso de las infracciones. Una labor necesaria que cada vez es más conocida y respetada.