EL HECHO de que EL DÍA posea el carisma y los lectores que tiene se debe a que su línea editorial no está afectada por los acontecimientos pasajeros, pues solo nos guía conseguir lo mejor para el pueblo canario. Y lo mejor para el pueblo canario, lo hemos dicho en innumerables ocasiones, es lograr su libertad. Más allá de la crisis por la que estamos atravesando, al igual que los demás medios de comunicación, conservamos un don que nos viene dado por el pueblo. La aceptación que tenemos entre los tinerfeños y los canarios en general se debe no solo a la labor de quienes hacemos el periódico -que es una labor muy buena, pues en esta casa la gente que sigue es muy honrada, seria y trabajadora-, sino también a que seguimos la línea marcada por nuestro fundador, Leoncio Rodríguez. Estamos aquí para defender, como decimos, los intereses de Tenerife y de Canarias, y no los intereses de los plataneros. El plátano es un sector muy importante. Eso no lo negamos porque es la verdad. Lo que queremos decir es que ese periódico mínimo, calificado ayer como hoja parroquial por nuestro articulista Andrés Chaves, solo está ahí para defender los intereses de un subsector agrícola. Ni siquiera hacen una defensa completa de toda la agricultura, como tenemos por costumbre en esta casa; solo, como decimos, del plátano. Un periódico desalojado de la isla de la que nunca debió salir para trasladarse a Tenerife con la única finalidad de defender intereses económicos; los intereses de quien compró la marca. Intereses que son legítimos, pero que en absoluto coinciden con los de todos los tinerfeños.

Al hilo de lo que estamos diciendo, queremos aprovechar este editorial para informar a nuestros lectores de que dentro de unos días se presentará en Los Realejos el libro de Esteban Domínguez y José Peraza titulado "Los Realejos de ayer y de hoy". Se trata de una obra que ha sido editada por el Excelentísimo Ayuntamiento de esa localidad. Este libro, del que en su momento realizaremos la debida crítica, cuenta con trescientas páginas y está ilustrado con fotografías relacionadas con los asuntos de los que informa. En sus inicios, recoge íntegros los tres pregones que José Rodríguez, editor y director de EL DÍA, pronunció en Los Realejos en una época en la que disponía de tiempo y de inspiración para estas tareas. Ahora José Rodríguez está empeñado en la lucha -siempre pacífica- por conseguir la independencia de Canarias.

Si citamos estos tres pregones, de una factura preciosa y muy interesante -numerosos amigos y compañeros de trabajo le siguen recordando los pregones tan bonitos que escribía antes-, es para recordar los sentimientos que tenía Leoncio Rodríguez hacia el pueblo guanche. Hoy, insistimos, José Rodríguez solo se concentra en buscar el bien de su tierra y la destrucción de la mala semilla, que son los políticos ruines; los políticos que están acabando con Tenerife. Esperamos que puedan ser detenidos a tiempo. Detenidos en su afán destructivo, no detenidos físicamente.

En uno de esos pregones que pronunció José Rodríguez con motivo de las Fiestas de Mayo de Los Realejos del año 2009, titulado "El país canario de los guanches y las Fiestas de Los Realejos", escribió "...D. José de Viera y Clavijo, el Arcediano de Fuerteventura que tenía la sonrisa de Voltaire, que dijo Leoncio Rodríguez, mi ancestro guanche, tío y maestro Leoncio Rodríguez, el hombre introvertido y ensimismado, y áspero de trato, que amaba intensamente pero con timidez a toda su familia, la natural y la del periódico, y a todos los pueblos de la Isla y a su gente -igual que hace hoy su sobrino-, que absorbía a chorros el aire y los sentimientos puros de la tierra. El hombre que se dolía oyendo en su cerebro los ayes de sus antepasados, de sus guanches del alma. José de Viera y Clavijo, esa gran figura de la Historia Canaria que alguna equivocación tuvo en sus letras y conceptos históricos literarios y uno importante geográfico, el gran, y que hoy descansa, no sé si justamente o a petición suya, en la Catedral de Las Palmas. Así y todo, D. José de Viera y Clavijo, el más ilustre de los realejeros, debería estar reposando en su tierra que lo vio nacer y jugar, en Los Realejos, aunque fuera en la más humilde de las ermitas".

Si hemos citado este pregón es porque alguien ha tenido el descaro de decir que Leoncio Rodríguez no sentía a los guanches.