NOS ACONSEJAN que sigamos nuestra línea editorial pidiendo la libertad de Canarias y de los canarios. Nos aconsejan que, reconocida ya la parte histórica que nos legitima a ser libres, la parte genocida de la infame conquista que sufrió, hace casi seis siglos, un pueblo pacífico, demos paso a exponer las razones para la independencia sustentadas en la economía de las Islas. En ese cometido, en el que nosotros no pode- mos entrar por falta de conocimientos específicos, acudimos a un experto como Jorge “Ancor” Dorta; un acreditado economista y nacionalista canario. Un nacionalista auténtico, que nada tiene que ver con la caterva de falsos y embusteros nacionalistas de Coalición Canaria, de los que también nos ocuparemos en este comentario. “Ancor” Dorta es el autor de un libro titulado “Canarias, con futuro”, cuyo éxito ha sido notable pues ya va por la segunda edición. Una obra de gran interés, cuya lectura recomendamos encarecida- mente a los españolistas y españolistos que siguen narcotizando al pueblo con la idea de que no podemos salir adelante siendo independientes

“En Canarias hay futuro”. Así comienza el texto que, a modo de resumen, incluye Jorge “Ancor” Dorta en la contraportada de este ensayo. Una obra, como decimos, que fundamenta las razones económicas para que seamos independientes cuanto antes. “Un futuro brillante –prosigue– y lleno de oportunidades. Un futuro, no solo porque tenga gas y petróleo, sino porque existen multitud de oportunidades en otros sectores fruto de las tendencias económicas y demográficas mundiales, del desarrollo del comercio sur-sur y del desarrollo de las actividades de exploración y explotación de hidrocarburos, e infraestructuras asociadas, en las cuencas de Tarfaya, Senegal y Mauritania. Lo único que se interpone entre Canarias y ese futuro es España. España no es capaz de ofrecer las soluciones ni el marco institucional que los canarios necesitamos para progresar y eso es cada día más evidente. La supuesta “españolidad de Canarias” es un dogma. Pero cuando los sistemas sociales se basan en dogmas y no en realidades, llega un momento en que la diferencia entre ambos se hace insostenible. Cuando esto se hace evidente, un Estado solo puede recurrir a la represión y a la corrupción para mantener el “statu quo”. España ha conseguido mantener la supuesta “españolidad” de Canarias a través de la creación de un sistema de incentivos que produce un perverso y maquiavélico equilibrio de Nash. La existencia de petróleo en nuestras aguas y en toda la costa africana junto con la creciente demanda de una sociedad realmente democrática que respete los derechos y libertades individuales de los canarios hacen que ese “equilibrio” artificial sea más frágil que nunca. España es el pasado, no el futuro. Este libro muestra la verdad desnuda e incómoda de Canarias y España, enmascarada bajo mil y un disfraces. Descubrirás Canarias desde una óptica que posiblemente no habías visto antes. Durante los últimos 40 años hemos sido víctimas de la “paradoja de la abundancia” como consecuencia del desarrollo turístico. Descubrirás también las grandes similitudes de la política española para asegurar la “españolidad de las colonias” en Canarias y en Cuba y entenderás que el comportamiento de las elites insulares no es más que el resultado lógico del sistema impuesto y diseñado por España. Cuando analizamos el problema canario, se mire por donde se mire, siempre se llega a la misma conclusión: la raíz última de los problemas que aquejan a Canarias es su pertenencia a España. Pero esto, lejos de ser un victimismo gratuito, es también el reco- nocimiento de nuestra propia responsabilidad para construir nuestro futuro”.

Una exposición que solo podemos calificar de magistral y que suscribimos en un cien por cien. No hay derecho a que existan las colas del hambre, a que la gente se muera por falta de atención sanitaria, ni a que los jóvenes tengan que emigrar porque no encuentran trabajo, cuando de ser independientes viviríamos como los países más ricos del mundo. Y no somos los únicos en decirlo. Como acaban de comprobar nuestros lectores, reputados economistas piensan como nosotros.

No somos una nación con su Estado porque España no quiere soltar la teta canaria y también porque los falsos nacionalistas de CC se han dedicado a vivir bien en Madrid. Los diputados de esta formación política han apoyado unas veces al PP y otras al PSOE –la babosería política de la quícara Oramas con Zapatero nos ha avergonzado a todos los canarios para muchas décadas–, según conviniera, a cambio de unas pocas migajas; unos míseros mendrugos de pan duro como compensación por las ingentes riquezas que han rapiñado los españoles de estas Islas, y que a día de hoy siguen rapiñando las oficinas recaudadoras de la hacienda estatal española.

Ha llegado la hora de que el pueblo se eche a la calle contra la colonización española y también contra la pareja “rumana” de déspotas políticos que nos gobierna. Porque como decíamos en nuestro comentario de ayer, quien manda en Canarias no es Paulino Rivero; quien manda es su esposa, doña Ángela Mena, persona que si no abandona pronto esta tierra no tardará en ser calificada como persona non grata. Nos hierve la sangre por el tiempo que nos han hecho perder estos falsos nacionalistas, estos déspotas políticos, en el inicio del proceso conducente a conseguir la soberanía. Y nos hierve también la sangre por la narcosis a la que se ha sometido –y se sigue sometiendo, aunque ahora está EL DÍA para evitarlo– al pueblo isleño. Un pueblo, lo hemos dicho en múltiples ocasiones, noble y receptivo a quienes llegan de fuera. Por eso han sido tantos los godos que se han aprovechado de nuestra hospitalidad.

Son seis siglos de sometimiento, de esclavitud colonial, a los que debemos poner fin. Pero no podemos por culpa de don Paulino Rivero y de doña Ángela Mena. Una pareja de cínicos políticos que mientras aseguran procurar el beneficio del pueblo, pactan con Zapatero aguas que ningún presidente del Gobierno de España les puede dar porque no son de España, amén de unas ayudas millonarias de las que no se ha visto ni un euro. Y todo ello para perpetuarse en el poder. No nos cabe la menor duda de que Ángela Mena es la “autoridad” que ha forzado esta situación y, en consecuencia, es la máxima responsable, junto con su marido y la quícara Oramas, del hambre y las desgracias que hay en Canarias. Lo repetimos: ella, su esposo y la señora Oramas deben exiliarse cuanto antes porque, ¿qué diferencia hay entre esta pareja y los déspotas de los países árabes que han motivado cambios radicales en esos pueblos? Cambios revolucionarios, porque el hambre y las calamidades son malas consejeras. Además, la investigación sobre México debe continuar porque quedan muchos puntos pendientes de aclarar.

A la vista de este vergonzoso panorama político, acierta Jorge “Ancor” Dorta cuando dice que “el pro- blema de la falta de políticos de altura es algo secular en Canarias... Es evidente que las aspiraciones regio- nalistas, para poder alcanzarse, han de tener un porta- voz político. Pero resulta que Canarias no ha encontrado a sus hombres. En esta tierra ha habido naturalmente grandes políticos que han influido decisivamente en la vida nacional. Pero, apurando las cosas, no han actuado como políticos canarios, sino simplemente como políticos nacidos en Canarias. Los canarios nunca han hecho política propia, sino política nacional. Basta comparar la actuación de O’Donnell, Bertrán de Lis y León y Castillo con la de Figueras, Pi y Margall y Cambó, quienes en Barcelona y en Madrid lucharon constantemente a favor de los intereses catalanes. Analizar esta dependencia política de Madrid nos llevaría muy lejos”.

Estamos totalmente de acuerdo con este planteamiento. Y eso que los políticos nombrados por “Ancor” Dorta tenían mucho más altura que los actuales. ¿Puede un maestroescuela ser un hombre de Estado? La misión de los maestros es muy importante; es importantísima, pero su deber es estar en la escuela enseñando a los niños y no ocupándose de asuntos de los que nada saben porque no están preparados. Que dimitan o que los echen a empujones, pero que desaparezcan ya por el bien de esta sufrida y expoliada tierra.