EN LA CIUDAD de Puerto de la Cruz se respiran otros aires, en el ambiente se percibe aquella atmósfera que parcialmente se había perdido. Yo mismo, en mis habituales trabajos publicados, lo había señalado: que Puerto de la Cruz no podía ocultar su fatiga, su agotamiento y su agonía, aunque no haya muerto definitivamente. Ha sido muy duro el castigo recibido; daba la impresión de que todos en Tenerife habían conjurado su ruina total para verse libres de todos sus valores, de nuestra exquisita idiosincrasia, de nuestro constante progreso y nuestras magníficas cualidades y condiciones capaces de captar la admiración de nuestros visitantes en cualquier momento, con crisis y sin ellas, no solo por nuestras cualidades naturales, también por nuestro mar y nuestro cielo, nuestras cumbres y la cercana presencia de nuestro Teide, vigía inamovible en su atalaya, arriba, en Las Cañadas y tan cerca al infinito cielo.

Hasta hace muy poco tiempo se temía lo peor: ingente cantidad de locales comerciales cerrados por quiebra, los escasos capitales yéndose a otros lugares más seguros y optimistas, fuera de Canarias, capitales ganados aquí y trasladados a otros lugares por razones obvias que no voy a enumerar en esta ocasión, aunque, más o menos, se saben. Mas sí puedo decir que, aquí, aparte de la enfermiza envidia de muchos, ha habido indecisión, falta de entusiasmo, falta de generosidad y permisibilidad, por lentitud en los manejos burocráticos, cuando en otros sitios, por ejemplo, las licencias se consiguen en horas después de haberse solicitado, no semanas, meses y hasta años. Lo que obliga a buscar otras rutas menos escabrosas. Pereza política no solo de ahora, de siempre.

Hasta hoy faltó en nuestro municipio esa agilidad tan necesaria e importante en los asuntos burocráticos y no dejar que se nos vayan esos inversores de ideas y dineros canarios, nacionales y extranjeros.

Quisiera ser aún más optimista y tener la suficiente capacidad, o poder, de lograr contagiar ese sentimiento a cuantos siguen el curso de los últimos acontecimientos vividos en el Puerto de la Cruz, con ocasión de celebrarse la ejemplar y cívica manifestación en pro de nuestro muelle, de su modernización y la imperiosa necesidad que para todo el Norte representa. Inteligente plataforma para la economía y el progreso de nuestros pueblos para las presentes y futuras generaciones. Ha renacido la esperanza, la gran ilusión tanto tiempo estrangulada y abandonada en el más injusto olvido por nuestros representantes políticos y los distintos ministerios respecto a nuestro Norte, mientras que en el resto de Tenerife progresan las playas, los muelles, urbanismo, hostelería, paisajes, campos de golf, agricultura, ganadería, educación, etc. ¿Cuál ha sido la razón para que tan descaradamente haya sido olvidado nuestro Norte de Tenerife? A través de la Plataforma por nuestro Puerto Deportivo y Comercial del Norte ya caminan y se mueven las fichas del que fuera el burlesco juego de la discriminación política y social; ya no nos callaremos. Jamás desistiremos de nuestras anheladas reivindicaciones a favor de todo el Norte y como sede de amistad y cariño para todos, desde Puerto de la Cruz de Tenerife.