EN UNA PROPORCIÓN elevada, montañosas y, viniendo a menos, rurales -que si así fuera a mucha honra-, con el añadido para Europa de ultraperiféricas y pobres, las Islas Canarias, situadas geográficamente en África e históricamente -antes del siglo XVI también- mediante avatares de flujo y reflujo con el continente americano y con el imperio británico, componen una realidad "sui generis" con abrumadora mayoría de población blanca, occidental y cristiana, en parámetros educativos y culturales cercanos a los que se evidencian en el tuétano de lo que se conoce como primer mundo.

Concentrados y concentrándonos en dos capitales que aglutinan cifras cercanas al medio millón de personas cada una y ciudades cada vez más bulliciosas en todas las islas y comarcas, hemos evolucionado quizás perdiendo enteros con respecto a la identidad diferencial constitutiva pero ganando paralelamente en suficiencia y tamaño sobre la piel de un planeta global que cambia a pasos agigantados y que puede colocarnos en uno de los centros de caminos o encrucijadas estratégicas que se abren en el horizonte económico moderno.

Manejo al respecto un documento de trabajo de dieciocho páginas, que me parece de sumo interés o incluso de lectura imprescindible por su concreción y que suscribo en un significativo porcentaje, de Jorge Dorta, avalado por Mencey Capital Management, y titulado "Salir de la crisis en Canarias".

En su introducción señala la intención de generar un debate en positivo, y eso creo propiciar reproduciendo como muestra dos extracciones de los capítulos dedicados a hidrocarburos y al sector público:

"Repsol calcula que la bolsa de petróleo descubierta en Canarias podría contener mil millones de barriles. Calculando una producción diaria de 144.000 barriles, daría una vida útil del yacimiento de aproximadamente veinte años. Eso supondría también que, asumiendo una proporción normal de petróleo/gas natural, existirían unas reservas de al menos unos 495.350 millones de metros cúbicos (4,9535*10^11) de gas.

El valor económico total de ese petróleo sería de 250.000 millones, es decir, seis veces el PIB canario, aunque el impacto económico sería mucho mayor debido a los altos multiplicadores de empleo e inversión del sector. Podríamos hablar de un impacto económico total de 500.000 a 750.000 millones, es decir, dieciocho veces el PIB canario.

El desarrollo asociado al gas y al petróleo también trae aparejado la oportunidad de solucionar el problema del desempleo. Nuestros parados provenientes de la construcción son ideales para construir las nuevas infraestructuras, como gasoductos, oleoductos o plantas de licuación, al tiempo que se crean puestos de trabajo de gran valor añadido en el sector de servicios empresariales, el sector financiero, el sector tecnológico y el sector industrial..." (página 10).

"...También se han de adoptar medidas para facilitar la materialización de la RIC, y entre ellas destacaríamos la posibilidad de hacerlo en Sociedades de Capital Riesgo o Fondos Inmobiliarios o de Infraestructuras, considerándose materializada cuando se invierta en el fondo para hacerla operativa (y no como actualmente cuando el fondo materialice la inversión). A cambio de esta mayor flexibilidad se podría exigir un plazo de permanencia mayor, los cinco años actuales de permanencia mínima podrían ampliarse a seis o siete años. Estas medidas favorecerían la inversión y disminuirían el déficit, porque no solo incrementarían la recaudación fiscal, sino que generarían empleo, crecimiento y dinamismo.

Canarias aporta al Estado fondos por unos 5.000 millones de euros anuales más de los que recibe, por todos los conceptos: Seguridad Social, impuestos, beneficios de Correos y Telégrafos, Puertos del Estado, AENA y otras sociedades estatales, y transferencias fiscales invisibles por beneficios generados en Canarias por bancos, aseguradoras, constructoras, empresas turísticas, grandes almacenes, distribuidoras y comercializadoras con domicilio fiscal fuera de Canarias. A esto deben añadirse las ventajas que para la economía española representa reservarse casi en exclusiva el mercado de consumo canario.

El Estado nunca ha respetado, siquiera, los artículos 95 y 96 del REF, que le obligan a un nivel mínimo de inversión en Canarias igual, al menos, a la media estatal. Pese a que Canarias es contribuyente neta a las arcas del Estado. Es necesario por tanto la creación de una Hacienda Canaria -como la tienen otras CCAA del Estado español- y la domiciliación fiscal en Canarias de todas las personas físicas y jurídicas que ejerzan actividades en las islas..." (página 15).

"La verdad adelgaza y no quiebra, y siempre anda sobre la mentira como el aceite sobre el agua". (Miguel de Cervantes Saavedra -Diputado del Común-).

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