El primer ministro británico, David Cameron, mostró ayer sus dudas de que la reforma de los tratados europeos sea el camino para atajar la crisis de confianza que afecta a la eurozona, tras repasar con el presidente francés, Nicolas Sarkozy, las propuestas que preparan París y Berlín.

Sarkozy y Cameron estuvieron juntos una hora y cuarto en un almuerzo de trabajo celebrado en el Palacio del Elíseo de París, al final del cual ni uno ni otro quisieron hablar a los periodistas.

Tampoco lo hicieron para reaccionar al discurso horas antes de Angela Merkel. Un poco más tarde y ya fuera del Elíseo, el primer ministro británico sí respondió de forma indirecta a los medios de comunicación de Reino Unido cuando iba a tomar el tren de vuelta a Londres, al señalar que no cree que esa reforma sea necesaria.

A juicio del primer ministro británico, lo que hace falta es que las instituciones de la zona euro convenzan a los mercados, primero, de que se dispone de la fuerza necesaria para poner coto a la falta de confianza y atajar el contagio y, segundo, de su voluntad de resolver los problemas de competitividad de algunos de sus miembros.

"Ninguna de esas dos cosas requiere cambios de tratados, pero si los hay garantizó que protegeremos y reforzaremos más los intereses británicos", subrayó en una declaración de consumo sobre todo interno.

Cameron explicó que con Sarkozy había discutido, como se esperaba, "de la crisis en la eurozona, que está teniendo un impacto negativo en la economía británica, y sobre la necesidad de que la cumbre europea de la semana próxima (el jueves y el viernes) tenga éxito".

Insistió en su deseo de ayudar a resolver la crisis en la zona euro, pero sobre todo en que eso ha de servir a los intereses de su país.