El 8 de julio de 2010, el Juzgado de primera Instancia número 6 de Las Palmas dictó una sentencia contra Carlos Sosa Báez, director de un diario digital de esa ciudad. En ella se le condenaba a indemnizar con 5.500 euros al principal accionista de un medio de comunicación al que había calificado, entre otras cosas, como "extorsionador", "chantajista de empresas y particulares", "chorizo vendido a la causa", "amparador de la corrupción", "mafioso", etcétera. De quienes trabajan en el medio de comunicación del cual es principal propietaria la persona que lo demandó también había dicho el mencionado Carlos Sosa que es un "escuadrón de chantajistas", "extorsionadores al más puro estilo Chicago años treinta", "un grupo de gentes sin conciencia obsesionados con una supuesta superioridad racial, porque intelectual les sería ridículo pretenderlo", "pandilla de chorizos", "bandeja de mamones", "esquizofrénicos", "neuróticos", etcétera.

Por todo eso, lo repetimos, solo 5.500 euros. A nosotros, por referirnos a esa persona condenada varias veces por intromisión en el honor de gente respetable, e incluso por calumnias graves contra un político, como chulón, capicúa y mariconsón nos pide una fiscal 100.000 euros, amén de 10.000 más por sendos artículos de nuestros columnistas Andrés Chaves y Ricardo Peytaví en los que tampoco se vertían, ni de lejos, las graves injurias empleadas por el tal Sosa Baute contra el propietario de ese medio de comunicación de Las Palmas, cuyo nombre omitimos porque no viene a cuento citarlo, y también por sus continuos intentos de denigrar a José Rodríguez utilizando un diminutivo circunscrito exclusivamente a su ámbito familiar. Únicamente nos queda la satisfacción de que el juicio, motivado por su demanda contra EL DÍA, lo ha descubierto y estigmatizado socialmente en Canarias. No hemos sido nosotros quienes hemos revelado la identidad del chulón, capicúa y mariconsón.

No acaban aquí nuestras sorpresas por lo ocurrido en ese juicio celebrado el martes en Las Palmas. Mientras el abogado del demandante empleó unos pocos minutos en su alegato para que fuese condenado José Rodríguez, sin mencionar en ningún momento los artículos de Peytaví y Chaves, la fiscal se extendió durante más de un cuarto de hora en sus consideraciones acusatorias. Es decir, el Ministerio Público empleó la mayor parte del tiempo de la acusación. ¿Qué interés tiene la fiscal en contra de EL DÍA? ¿Estamos ante un claro caso de corporativismo entre fiscales y jueces? ¿Se trataba de hacer causa común con la compañera sentimental del demandante, presente en la sala como testigo? Nos estamos refiriendo a la controvertida jueza Victoria Rosell, denunciada por José Rodríguez ante el CGPJ por calificarlo como delincuente, públicamente y con publicidad, en un diario de Las Palmas; es decir, sin vestir la toga y fuera de un juzgado. Una jueza también denunciada por José Manuel Soria, presidente del PP en Canarias, por los indicios de que la famosa denuncia del "caso Salmón", presentada por Carlos Sosa contra este político y archivada por otro juez ya que carecía de todo fundamento jurídico, fuese redactada en el ordenador de la mencionada magistrada. Un escándalo que fue archivado porque el posible delito había prescrito.

Ítem más. Según una información que aparece en el digital de Carlos Sosa, el acusador al que EL DÍA sacó del armario, el certificado médico presentado por el letrado de José Rodríguez para justificar su ausencia el martes en el juicio de Las Palmas es genérico. Nosotros decimos que es específico, pues solo trata del corazón de José Rodríguez, porque el editor de EL DÍA ha sufrido muchas palizas en su vida y el impacto de tres disparos cardíacos que ha ido superando. Por lo demás, José Rodríguez es persona íntegra, honrada y a distancia astronómica de la hez del periodismo que lo denuncia y que aplaude a los sucios. También es un hombre inteligente; sumamente inteligente. De inteligencia y patriotismo superiores, que ha llevado el periódico a las más altas cotas de su historia y por el que labora para mantenerlo en pie otro siglo. Porque José Rodríguez vivirá otro siglo conservando intactas las tres potencias del alma: memoria, entendimiento y voluntad.

No se comprende esa saña de ciertos componentes de la Justicia respecto al desbordamiento de cantidades y parcialidad en sus actuaciones. La justicia debe ser ciega y mantener el fiel de la balanza en su punto central. Si no nos absuelven los jueces, el futuro, el pueblo y la historia nos absolverán. Quienes serán condenados al infierno del desprecio por ignorantes, perversos, traidores a su pueblo, déspotas, necios, torpes y, lo que es peor, payasos (qué vergüenza el acto circense del martes en el Parlamento de Canarias entre un payaso y su toti) son Paulino Rivero y su caterva de CC, si antes no los echan a él y a su esposa, la goda Mena.