Lejos de que la normalidad vuelva al centro de El Cairo, las muestras de indignación popular contra la represión de las fuerzas de seguridad marcaron ayer el tercer día de disturbios sin que se vislumbre el final de la violencia.

Al menos diez muertos, medio millar de heridos y 181 detenidos han dejado los choques iniciados el pasado viernes durante el desalojo de un grupo de personas acampadas que protestaban frente a la sede del Gobierno.

En un ambiente de tensión creciente, los manifestantes y la policía militar volvieron a enfrentarse en las inmediaciones del Consejo de Ministros y el Parlamento, donde cayeron piedras de ambos lados.

Colocados en las azoteas de edificios adyacentes, hombres vestidos de paisano apedrearon a los congregados en las céntricas calles de Qasr al Aini y Sheij Rihan, lo que causó un alto número de heridos, trasladados en motos o por su propio pie hasta los hospitales de campaña.

En esos puntos cercanos a la plaza de Tahrir llegaron refuerzos militares, que también emplearon cañones de agua para dispersar a los manifestantes en un ambiente caldeado por el lanzamiento de cócteles molotov.