El busto del último presidente de la República, Manuel Azaña, que el Congreso situó hace apenas un mes en el vestíbulo principal del Palacio de las Cortes, se ha dado en las últimas 24 horas un "garbeo" por las dependencias parlamentarias, víctima de una pintoresca peripecia acompañada de polémica política.

Los cerca de 400 kilos que pesan la efigie y su peana no han sido impedimento para que la obra haya viajado desde su ubicación en una sala donde se enfrentaba "cara a cara" a otra escultura de Isabel II, hasta otro vestíbulo, el de un edificio anexo al Palacio de las Cortes, para después volver a su emplazamiento original.

Su traslado, llevado a cabo ayer por la tarde, obedeció, según aseguran fuentes oficiales de la Cámara, a una decisión adoptada exclusivamente por los servicios técnicos del Congreso.

Se trataba, tal y como se hace siempre, de despejar de mobiliario el vestíbulo de Isabel II ante la solemne sesión de apertura de la legislatura, que se celebra el próximo martes, con asistencia de los reyes y de las altas autoridades institucionales.

Pero al tener conocimiento del cambio, el PSOE protestó por entender que la cuestión era competencia de la Mesa del Congreso, de manera que hoy se ha dado marcha atrás y se ha vuelto a colocar el busto, de grandes dimensiones, en el mismo sitio donde permanecía desde el pasado 28 de noviembre.

Así que Manuel Azaña ha "dormido" hoy en la entrada a la segunda ampliación del Congreso, un recinto de aspecto moderno y con acabados contemporáneos, desde el que esta mañana ha vuelto, gracias a los esfuerzos de los operarios de mantenimiento del Congreso, al antiguo Palacio de las Cortes, donde le aguardaba Isabel II.

Las fuentes han insistido en que el traslado de la efigie era provisional, únicamente para dejar libre el vestíbulo, del que se retira todo el mobiliario en la solemne apertura de la legislatura.

Por este lugar pasarán los reyes el martes, en el único acto oficial en que se abren las puertas de los leones, que comunican la escalinata principal del Congreso con el interior del palacio.

Y han insistido en que la decisión en ningún caso fue política, sino técnica, adoptada por los servicios de la Cámara dentro de los trabajos de preparación del acto.

Estas tareas comportan el movimiento de muchos muebles, la instalación de una escalera para que los reyes accedan al hemiciclo desde la puerta de los leones, la colocación de sillas que sustituyen a los escaños para que quepan en el salón todos los diputados y senadores, y otras similares.

Sin embargo, y aunque la intención era "devolver" a Azaña a su emplazamiento tras la sesión de apertura de la legislatura, hoy se ha decidido retornarlo al vestíbulo principal para evitar "malentendidos", siempre según las fuentes oficiales.

Cuando el busto, cedido por Izquierda Republicana, fue colocado allí, el entonces presidente del Congreso, José Bono, hizo hincapié en que el lugar escogido era preferente porque Azaña fue jefe de Estado, y advirtió contra cualquier intento futuro de desplazarlo.

"Yo creo que no tendría ningún sentido exiliar otra vez a Azaña por los motivos que se quisiesen inventar", declaró Bono.

La cesión de la escultura, esculpida por el artista Evaristo Belloti, fue aceptada en su día por la Mesa del Congreso, que tuvo que evaluar el riesgo para la estructura de la sala que comportaría el gran peso de la obra, esculpida en piedra noble, con 70 kilos el busto y casi 300 su peana.