El comienzo de un nuevo año debería ser motivo de esperanza para todos. Desgraciadamente no es así en nuestro caso porque Canarias, lo decíamos el viernes en nuestra primera página, está al borde del abismo. Ya recogíamos en nuestro comentario del pasado sábado una queja dramática de la Confederación Canaria de Asociaciones Profesionales, la Concap, sobre la maraña legislativa que sufren los procesos vitales para nuestra economía. "Canarias va a vivir un 2012 que se augura mucho más duro y dramático, pero muy poco ayuda a evitarlo el acoso fiscal al que se somete a las empresas bajo la fórmula del paga primero y luego recurre, que ha llevado a la quiebra a muchas compañías con interpretaciones, cuando menos, dudosas de las normas", afirma Juan Luis Lorenzo, presidente de la citada asociación profesional. Considera la Concap que con un paro cercano al 30 por ciento, Canarias solo se sostiene porque nuestra sociedad está articulada sobre la base de una fortísima cohesión familiar, ya que de otra manera estaríamos hablando de un grado importante de conflictividad social que, sin embargo, está latente porque son demasiadas familias viviendo bajo mínimos, en muchos casos dependiendo de la pensión de los abuelos o alimentándose en los comedores sociales.

Como puede apreciar el lector, no somos los únicos que hablamos del hambre que se extiende en Canarias. Hambre, miseria, desempleo, desesperanza, diáspora de jóvenes, desencanto de hombres y mujeres, muertes en las listas de espera para recibir atención sanitaria. ¿Tenemos razón o no la tenemos cuando decimos que no podemos seguir así? ¿Estamos locos o rematadamente cuerdos cuando afirmamos que mientras nos siga gobernando un necio y déspota político, como es Paulino Rivero, nuestros males no harán sino incrementarse cada día hasta hundirnos a todos en el abismo? Por culpa de este inepto político nos hemos convertido en unas islas desafortunadas. Somos el ejemplo vivo de "El paraíso perdido"; la célebre obra en verso del poeta inglés John Milton. Y en este paraíso perdido, en estas islas que han dejado de ser afortunadas para convertirse en desgraciadas, encarna Paulino Rivero el personaje miltoniano de Demonio político. Él es la gran maldición de Canarias. Él y su esposa, la exótica ave Ángela Mena. Por eso ambos tienen que dimitir y exiliarse. Es imposible que sigan ocupando sus cargos públicos, y aunque sigan viviendo entre los canarios después de lo que le han hecho a este pueblo. ¿Por qué tenemos los canarios que sufrir las calamidades de esta pareja?

Paulino Rivero se ha entregado al PSOE que lo trancó. Los socialistas canarios están frotándose las manos por haber encontrado a un memo político como él; alguien al que pueden engañar a su antojo, como lo hizo Zapatero cuando le entregó en cestas las aguas canarias. Tendremos nuestras aguas sin necesidad de que nos las conceda un presidente del Gobierno español cuando seamos independientes. Cuando seamos una nación con su estado. Cuando seamos un Estado archipielágico y no el archipiélago de un Estado situado a mucha distancia; nada menos que en otro continente.

España tiene que soltar esta colonia. Los españoles, como tales, han de salir de Canarias. Pueden quedarse aquellos que deseen convivir con nosotros de acuerdo con nuestra idiosincrasia, porque siempre hemos sido un pueblo hospitalario, pero bajo la bandera canaria, no la española. Lo repetimos: no hay más salida para Canarias que la independencia. Estas Islas debieron alcanzar su soberanía nacional el 31 de diciembre de 2010, fecha en la que expiraba el segundo, e improlongable, plazo establecido por el Comité de descolonización de los pueblos de las Naciones Unidas para que desaparecieran todas las colonias todavía pendientes de ser liberadas. Por lo tanto, llevamos más de un año de retraso. Hasta los españoles celebran el 2 de mayo como fecha de su independencia. ¿Por qué no podemos los canarios celebrar la nuestra? De la misma manera que en España se gritó, y con razón, "¡Fuera el francés!", aquí hemos de proclamar "¡Fuera el español!". La guerra por la independencia de España frente a Francia duró unos pocos años. La lucha de nuestros antepasados los guanches contra los españoles que, de igual modo aunque en inferioridad de condiciones, se opusieron a la ocupación de su tierra, se prolongó durante casi un siglo. Un mérito añadido para que hoy honremos su memoria, que es nuestra auténtica memoria histórica. Después de esa lucha fuimos sometidos y padecimos la Santa Inquisición. Los tribunales del Santo Oficio cuya influencia ha llegado a nuestros días, pues hoy seguimos padeciendo una Justicia en muchos casos injusta. Padecemos a algunos jueces y juezas que nos persiguen con saña. Personas que deberían ser investigadas por el Consejo General del Poder Judicial. Esto debería conocerse en Estrasburgo (pues para algo somos europeos ultraperiféricos) y hasta en el Tribunal de La Haya.

Es inhumano que en pleno siglo XXI sigamos padeciendo una esclavitud colonial. No somos dueños de nuestros recursos; ni de los actuales, ni de los potenciales. Las decisiones importantes que nos afectan se toman muy lejos de nuestra tierra. Se adoptan en Madrid o en Bruselas, pero nunca en Canarias. Y el incapaz cerebral (políticamente hablando, pues siempre hablamos en el aspecto político; nunca entramos en aspectos personales o familiares) que nos gobierna sigue sin hacer nada.

El año recién concluido también ha puesto a Coalición Canaria al borde de la desaparición. Otra "obra" más, otro gran "logro" del necio político. "Delenda est" CC si no se libera de Paulino Rivero y Ángela Mena. De nada sirve que Ana Oramas quiera refundar el nacionalismo oficial. La señora Oramas también tiene que marcharse y hasta exiliarse. Es una indecencia política que Paulino Rivero siga al frente de los canarios. Paulino Rivero, la quícara Oramas, el niñito Ríos, el otro niñito González Ortiz y hasta el presidente Melchior -persona apreciada en esta casa hasta que el déspota político lo enemistó con EL DÍA- ya no representan al pueblo canario porque los isleños, hartos de sus desmanes, les han retirado la confianza. Paulino Rivero, lo decíamos en nuestro comentario del sábado y lo repetimos hoy, no es un auténtico canario; es un perverso político.

También se ha hablado en las últimas semanas de que Canarias puede convertirse en un problema de Estado si desde Madrid no se atienden debidamente sus reivindicaciones. Otro absurdo de la quícara; de una política de la que se ríen los españoles a sus espaldas cada vez que dice que es española. Lo que necesita Canarias, lo repetimos, es tener su propio Estado; ser una nación con Estado.

El panorama al que nos enfrentamos es negro; muy negro. Cada vez que escribimos "negro" nos ponemos a temblar por si nos presentan más querellas por racistas y xenófobos. Qué disparate. Qué odiosa persecución la que padecemos por defender la libertad de nuestro pueblo. No vemos ninguna rendija por la que podamos escapar y volver a respirar el aire de libertad y de bienestar que disfrutaban nuestros antepasados cuando vivían en una tierra libre. ¿Qué les debemos los canarios a los españoles? Nada. ¿Para qué necesitamos los canarios a los españoles? Para nada. ¿Por qué hemos de seguir uncidos no al carro de la victoria, como hacen los favorecidos por la historia, sino al yugo que nos arrastra a la miseria? No olvidemos estas consideraciones en un año que comienza. Un año que puede, y debe ser, el de nuestra libertad.