NO HACÍA FALTA que lo dijera el presidente para que tomara carta de naturaleza, pero es sintomático que el propio Concepción comparta con la Prensa la valoración crítica sobre la primera mitad de la temporada del Tenerife. Otra cosa bien distinta es si un presidente debe meterse en ese terreno, pero la andanada de Concepción al juego del equipo, a la falta de patrón, a su decepcionante nivel, tiene un fondo estratégico que Cordero y Calderón habrán sabido interpretar. Es un aviso en toda regla. Alguien tendrá que pagar con su cabeza si se repite el bochorno que ya es habitual cada 15 días en el Estadio.

Si no hay un cambio radical, milagroso tal vez, Calderón será el primero en caer; luego le seguirá Cordero, pero ambos serían víctimas del error principal, que radica en el enfoque de este proyecto tan mediocre, ahora en cuestión incluso para los que lo han ejecutado -de hecho quieren cambiar la cuarta parte del plantel-. La capa superficial del problema es que la plantilla es indescifrable, no define a qué quiere jugar este equipo y además, abundando en el error, el entrenador no ha hecho nada consistente desde que llegó: cambia de jugadores, retoca los dibujos, improvisa una y otra vez. Ni él ni sus futbolistas saben qué son ahora mismo como equipo. Tiene cuatro medio centros iguales, no hay organizador (lo están buscando), le da vueltas a las parejas de delanteros, pero solo tiene puntas complementarios, no hay un goleador tipo, un hombre gol de esos que ganan partidos. La planificación y el manejo son un desastre.

Ahora bien, el problema de fondo está en el planteamiento de la temporada apostando por una plantilla de perfil gris, tanto que el entorno se los come a la mínima duda y pagando fortunas por jugadores que están por debajo del desafío. El Tenerife tocó fondo, era el momento de empezar de cero. El fútbol tiene sus tiempos; ni las urgencias ni el dinero bastan por si solos. Hay que poner bases sólidas para salir del pozo. Pero la entidad despreció la opción de mirar un poco más allá, de confiar la tarea a referentes del tinerfeñismo, que sienten y saben transmitir la grandeza de este club, que conocen su identidad y que habrían puesto en valor a la cantera y aprovechado la marca Tenerife, que no es cualquier cosa en el mercado.