Los técnicos que restauran el Cristo de La Laguna han manifestado en los paneles informativos que, en su origen, la policromía de la imagen tenía una tonalidad bastante clara, lo que se contradice con crónicas del siglo XVII que hablan de un Crucificado moreno. Dichos especialistas añaden que el Cristo se ha ido oscureciendo en los últimos 20 años, lo que tampoco concuerda con la realidad, ya que hace más de 80 años el presbítero y cronista lagunero José Rodríguez Moure lo describe como moreno o trigueño. Y el padre Argibay, en el siglo XIX, lo llamó "Mi Negrito".

Muchos son los laguneros que al ver el nuevo color que está tomando el Cristo manifiestan que no hacía falta limpiarlo, sino dejarlo con el color de siglos, y menos gastarse más de 150.000 euros, precisando que lo que tenían que hacer era solo restaurar elementos como el rizo de su caballera que tiene desprendido.

En 1612, el padre Luis de Quirós dijo que "el color es algo moreno, como de cuerpo muerto".

En el siglo XIX, el padre Argibay llamó al Cristo "Mi Negrito".

En 1930, el presbítero y cronistas José Rodríguez Moure hace la siguiente descripción: "La hermosa faz, aunque dolorosa y renegrida, es atractiva. Nunca predominaron los tonos sonrosados, sino los morenos o trigueños, aumentados por las sombras de los cardenales, heridas y congestiones. El rostro tiene cara alargada, nariz prominente, frente despejada, ojos rasgados y color moreno".

Julio Torres destacó que "no se puede afirmar que el color del Cristo fuera el que plasmara en el siglo XVIII Cristóbal Hernández de Quintana a través de un óleo. Lo serio sería hablar de lo que han dado fe los cronistas a lo largo de la historia, ya que son los mejores testigos del color que tenía la imagen en el siglo XVII y que no se corresponde con el tono que presenta en la parte trasera en la actualidad, en la que ya se ha actuado".

El presidente de la Asociación en Defensa de La Laguna añadió que "otra cosa que impactará bastante el día que el Crucificado moreno sea totalmente restaurado será el paño de pudor, que tomará un color prácticamente blanco".

Con respecto al rostro, que es donde más se clavan los ojos de los devotos, Julio Torres señaló que "el cambio de tonalidad será donde más se note".

Los técnicos del Instituto de Patrimonio de Bruselas indican en los paneles informativos que "la escultura se ha ido oscureciendo progresivamente y no era posible percibir los extraordinarios matices de la capa pictórica". Eso es lo que ha llevado a que diversas personas, como Julio Torres, se pregunten por qué no se ha respetado el color que han apuntado a lo largo de la historia los diversos investigadores y cronistas.

También ha llamado mucho la atención que el Cristo haya sido limpiado con disolvente, lo que para los no entendidos les lleva a apuntar si no había otros materiales menos agresivos que a lo mejor no hubieran aclarado tanto la parte tratada hasta ahora de la imagen.

Lo cierto es que cuando el Cristo de La Laguna sea totalmente restaurado ya no presentará aquella imagen morena a la que se alude desde 1612, sino un tono más claro próximo al color madera de pino. La reacción del pueblo dirá si lo acepta o no, pero lo que se ha constado en la sociedad lagunera es que muchos afirman que el Cristo había que haberlo dejado como estaba y que no hacía falta gastarse dinero, sino restaurar las partes deterioradas como el rizo de su cabellera desprendido o determinadas fisuras presentes en su cuerpo.