MERECE la pena continuar con la charla que tuve con don Manuel Joaquín Herba Meizoso, la semana pasada, en una cafetería. Su vida es apasionante y vivida a tope: termina la carrera de Medicina, pero el Señor le pide más, y se hace sacerdote.

-Usted, que también da clase en un instituto de Secundaria, ¿cómo ve a la juventud santacrucera?

-Basta con mirar a nuestro alrededor o entrar en un instituto para darse cuenta de que lo que caracteriza a nuestra juventud es un solemne aburrimiento. La culpa no es de ellos, pues no son mejores ni peores que las anteriores generaciones. Son la consecuencia lógica de una educación y de una sociedad que lo único que ofrece es "estudia y diviértete los fines de semana y las vacaciones", "hazte un futuro". Se les ha puesto como modelo el "carpe diem", disfruta el momento, para terminar sin disfrutar nada de nada. Son los terminales humanos del Mayo del 68, que han exaltado el individualismo al máximo y ahora no saben qué hacer con su libertad, es más, la temen y buscan descaradamente a alguien (padres, profesores, gobernantes, etc.) en quien descargar la propia libertad: lo que algunos llaman el "síndrome de Peter Pan". ¿Qué es lo que nuestra sociedad ha hecho con la juventud? C.S. Lewis ("La abolición del hombre") lo expresó así: "Castramos y exigimos a los castrados que sean fecundos".

Como es imposible abolir totalmente lo humano, disfruto a diario en el instituto, con mis alumnos, al hacer emerger toda su humanidad, su exigencia como personas y el ansia de felicidad: de un ideal; para que no tengan miedo de desear hasta lo más profundo de esa exigencia de infinito que llevan dentro. Aunque nadie tiene la potestad de despertar nuestra humanidad como Cristo, de sentir la intensidad de nuestra humanidad. Este es el desafío que hago a mis alumnos a diario, porque es también un desafío para mí.

-Una anécdota simpática, curiosa, o que le haya tocado de manera profunda el corazón.

-Me suceden todos los días, en la calle, en la parroquia, en el instituto... Recuerdo, porque lo acabo de ver ahora, a un alumno que hace poco llevé a su casa a la salida de clase y hacía un día gris y nublado. Por el camino me dice: "Profe, antes estos días grises eran terribles para mí, me producían una nostalgia insoportable". "¿Y ahora?", le pregunto. "Ahora la nostalgia no me impide ser feliz, al contrario, me recuerda que mi vida tiene sentido porque está Él".

-Me puede explicar en pocas palabras, si me lo permite, qué es el Movimiento Comunión y Liberación, al que pertenece, y que merece un artículo monográfico.

-Es un carisma dentro de la Iglesia católica, es decir, el modo de vivir la misma fe de todos los cristianos católicos pero con un acento humano particular. Es un don del Espíritu Santo para poder vivir la fe con una vibración determinada que hace que esa fe no se convierta en algo abstracto o separado de la vida, sino que tenga una carne real. El origen está en un sacerdote de Milán, Luigi Giussani, que en los años cuarenta, mientras volvía de unas vacaciones, coincidió con unos jóvenes en el tren; a través de la conversación durante el viaje se dio cuenta de que el cristianismo para ellos se reducía al cumplimiento de unas cuantas reglas morales o de devoción, pero que ya no interesaba a la vida misma. Era un momento en Italia (como de España) en que las iglesias estaban llenas, también de jóvenes así. Por lo que, siendo profesor de Teología, pidió al cardenal de Milán que le permitiera ir de profesor a un instituto de Secundaria. Cuando subió las escaleras del Liceo Berchet de Milán en aquel curso de 1954, dio comienzo una historia impresionante de conversiones y de recuperación de una fe viva en miles de personas, muchos jóvenes, hoy en los cinco continentes.

-Una novela, una película y una canción u obra musical.

-La última novela del americano Paul Auster, "Sunset Park". Película: "Gran Torino", de Clint Eastwood. Música: cualquiera de Coldplay, pero mejor el insuperable Beethoven, por ejemplo, el Allegro de la 6ª Sinfonía, que procuro escuchar, al menos, una vez al día. Olvidamos la poesía: por ejemplo, la del ruso Boris Pasternak.

-Muchísimas gracias, don Joaquín, por abrirme su corazón y por el rato tan agradable que me ha hecho pasar.

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