Vienen todos los años, pero se diría que cada edición es la primera vez por la ilusión con la que los niños (y los no tan niños) los reciben. Son los Reyes Magos de Oriente que vienen a adorar al Niño y traer regalos a los chicos que se hayan portado bien.

Fueron muchos los que acudieron al estadio Heliodoro Rodríguez López a recibir a Sus Majestades. Aunque por primera vez en la historia no se agotaron todas las entradas y el recinto no estaba lleno (presentaba bastantes claros en la grada popular), los asistentes arroparon con gritos y vítores a los Reyes más esperados.

Amenizaron la hora de espera de los Magos bailes y espectáculos musicales de Bob Esponja y Dora La Exploradora. También una versión de Caperucita Roja que mezclaba el clásico popular con el reguetón. En total fueron cerca de 300 personas las que integraron el espectáculo.

Después, un helicóptero empezó a sobrevolar el estadio y niños y padres comenzaron a gritar y saludar con la mano. Los Reyes Magos estaban llegando a Santa Cruz y todos desbordaban emoción. Todos los mayores allí presentes eran conscientes de que la pasada noche era la más importante para sus hijos.

Comenzó a salir por la puerta de San Sebastián una avanzadilla con banderas de diferentes colores: amarillas, rojas y azules. Los Reyes estaban cada vez más cerca. En la grada fueron sacando pañuelos blancos para hacerles señales a los Reyes. Y llegaron, en calesas.

El alcalde de Santa Cruz de Tenerife, José Manuel Bermúdez, y el concejal de Fiestas, Fernando Ballesteros, entregaron a los Reyes Magos las llaves de todas las casas de la ciudad para facilitarles el trabajo por la noche.

Después iban a acercase a saludar a los niños, pero algunos no aguantaron la emoción y salieron corriendo hacia ellos.

"¡Melchor, aquí!", "¡Baltasar, Baltasar!", "¡Gaspar!". Aclamados por niños y padres, los tres Reyes no daban abasto para dar besos, hacerse fotos y recoger las últimas cartas de los niños. A todos les hacían la misma recomendación: que se acostaran pronto, que fueran buenos...

Después sus majestades se dirigieron a la Cabalgata, que se inició este año en la avenida de Bélgica. Los grandes ausentes fueron los agentes de la Policía Local. Sólo un par de coches con altos cargos encabezaron la Cabalgata.

El acto comenzó con orden, pero niños y padres terminaron invadiendo la carretera para agobio de los cuidadores de los numerosos animales vivos que desfilaron ayer. Los más admirados fueron los ponys, que portaban dos sacas para recoger las cartas de los niños.

Sin embargo, los que estaban allí lo que buscaban eran los caramelos (sin azúcar y sin gluten) que arrojaban los Reyes, pajes, ayudantes, figurantes...

Un total de seis carrozas endulzaron la tarde a los más pequeños. El primero en aparecer fue el pregonero real, que pedía a los niños que se acostaran pronto y que se portaran bien.

Después la carroza de la música, la de regalos infantiles, la de golosinas, la de paquetes de regalos y los cortejos de los tres Reyes, que iban montados en camellos.

También había caballos de doma, yuntas e incluso bailarinas de danza del vientre, que arrancaron los aplausos del público.

Todo ello con la suficiente extensión, aunque a los más pequeños se les pasó demasiado rápido. Luego, tocó ir a dormir y esperar los regalos.