HOY, Día de Reyes, debería ser una jornada de alegría y regalos para los canarios. Sin embargo, la situación no está para celebraciones en la mayoría de los hogares: donde no hay algún parado, las dificultades económicas acechan. Y en lo político no estamos mejor. Aún sigue lejos el objetivo por el que suspiran tantas personas en esta tierra, esa independencia que traiga el principio de la solución a tantos males. Ni siquiera tenemos la suerte en estas Islas de tener gobernantes que, en tanto llega ese momento, se comporten de manera digna, eficaz, con utilidad para ayudar a su pueblo. Al contrario, nos ha caído en suerte un grupo de canchanchanes, analfabetos políticos y antipatriotas.

Y ese es el sentir de la calle, donde a menudo nos paran las gentes para mostrarnos su aliento, animándonos a continuar nuestra línea editorial, que es la más noble que puede adoptar un verdadero hijo de esta tierra: luchar para que su patria no sea pasto de la miseria, sujeta al capricho de una nación extranjera, que se apoderó de ella por la fuerza de las armas. Por eso, en esta Casa tenemos que estar orgullosos de lo que hacemos y, al mismo tiempo, sentir desprecio y hasta lástima de aquellos que pudiendo reclamar la libertad de Canarias no lo hacen.

Y, volviendo al Día de Reyes, hay que recordar que muchas familias no pueden permitirse hoy hacer un modesto regalo a sus hijos pequeños. Ahí están, como ejemplo, las campañas de recogida de juguetes donados que han venido reflejando a diario los medios de comunicación. ¿Y a quién debemos todo esto, que recuerda los tiempos de la posguerra? Pues, que sepamos, el máximo responsable del gobierno, y por tanto de la política económica de estas islas es Paulino Rivero, de un partido, Coalición Canaria, dicen que nacionalista, que lleva en el poder desde 1993.

Pero, ¿qué podemos esperar de un presidente que se pasa el día volando en helicóptero, a veces para una simple comparecencia en un acto populista, sin trascendencia ninguna? ¿Es que su "excelencia" no pudiese utilizar los medios de transporte que usan los mortales? Tal vez con tanto movimiento no repara en que le están tomando el pelo con el sistema de financiación estatal para las autonomías hasta que un instituto catalán lo dice y lo difunde EL DÍA. Un sistema, por cierto, al que él le dio el visto bueno en su momento, obligando a su consejero de Hacienda de entonces, José Manuel Soria, a votar a favor del mismo en contra de su opinión. Porque no lo vio claro, y así lo dijo.

Claro que Paulino Rivero se ha estado creyendo todo lo que le contaban en la metrópoli: Plan Canarias: 25.000 millones de euros de inversión (¡Jesús, qué disparate!), aguas de titularidad canaria, que no son ni españolas porque están dentro de la zona de 200 millas de Marruecos y ya sabemos que estas Islas no son un Estado, por tanto estamos bajo la jurisdicción marítima de Mohamed VI, que, ya que estamos dentro de su casa, ¿quién nos dice que no hace lo mismo con la parte terrestre?

La incapacidad del presidente canario para gobernar es pavorosa: el paro, las colas del hambre en los comedores sociales, la sanidad pública, en muchos aspectos tercermundista, los índices de fracaso escolar y tantos otros índices hablan a las claras del efecto que su permanencia en el poder tiene para la población. Y, en vez de apartarse del cargo y dejar a otros más legitimados por las urnas y mejor preparados en lo intelectual que él, a lo que se dedica es a matar al mensajero que porta noticias desagradables, en este caso, nosotros, esta Casa, a la que ha dejado sin licencia radiofónica, privando de paso a veinte familias de su sustento. Eso sí, les da el visto bueno a aspirantes que no están ni siquiera al corriente en los pagos a la Seguridad Social y a Hacienda.

Paulino Rivero no es más que un hábil maniobrero y con su desprecio a esta empresa, una empresa puntera en su sector, secular, respetada en toda Canarias, lo que hace es retratarse. Porque, al tiempo que nos castiga a nosotros, impulsa, con el dinero de todos, el reflotamiento de un medio muerto hace tiempo, insulso, sin ningún futuro, que se aferra a clavos ardiendo como presentar una candidata a reina de Carnaval o pedir los favores de empresarios que a saber qué contraprestaciones habrán pactado para rentabilizar una inversión ruinosa a todas luces.

Pero en todo este estropicio, el presidente canario no va solo. Lo acompaña su esposa, la madrina de buques de la Armada española; esa que calza mantilla y peineta. La misma que se permite exigir a los jueces que hagan rectificar a EL DÍA en 24 horas una información puramente noticiosa, profesional, algo más propio del comunismo a la rumana que de una democracia occidental.

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A última hora de la tarde de ayer nos enteramos de que en un conocido y caro restaurante de Guamasa, en La Laguna, estaban almorzando el presidente canario con el empresario de Las Palmas al que ha concedido 32 licencias nuevas de radio. ¡Vaya ejemplo de imparcialidad...! A saber qué estarían negociando. Lo que fuere, si es cuestión económica, seguro que se hará con el dinero de nuestros impuestos, de los de EL DÍA también. Y encima, al parecer, el hombre fuerte de esa futura macrocadena en Tenerife va a ser alguien salido de esta Casa. Así es como se venga Paulino Rivero de quienes no estamos dispuestos a bailarle el agua.

La indignidad política campa en Canarias, y es cómplice el partido del presidente, Coalición Canaria, que no se sacude a esa política pareja de déspotas antipatriota e inhumana que se ríe y cisca del y en el pueblo.