El Cabildo de Tenerife rinde este lunes un homenaje al militar tinerfeño Antonio de Benavides Bazán y Molina coincidiendo con el 250 aniversario de su fallecimiento. Por ese motivo, el presidente del Cabildo, Ricardo Melchior, depositará una corona de flores en la tumba del teniente general, cuyos restos se encuentran localizados en la Iglesia Matriz de la Concepción, en Santa Cruz de Tenerife.

Este homenaje continuará por la tarde, a partir de las 19.00 horas, en el Salón Noble del Palacio Insular con la conferencia que impartirá el general retirado y presidente de la Tertulia Amigos del 25 de julio, Emilio Abad.

El Cabildo de Tenerife ha restaurado recientemente la lápida de los restos del teniente general tinerfeño, que se encuentra localizada en la entrada principal del templo santacrucero, como fue expreso deseo en su momento de Benavides. Esta intervención se realizó al estar partida a lo ancho y se aprovechó también para acometer trabajos de limpieza y reparación.

El texto, que se ha mantenido intacto en estos 250 años, recoge la siguiente grabación: "Aquí yace el Excmo. Sr. D. Antonio Benavides, teniente general de los Reales Ejércitos, natural de esta isla de Tenerife. Varón de tanta virtud, cuanto cabe por arte y naturaleza en la condición mortal".

Antonio de Benavides Bazán y Molina (La Matanza, 1678-Santa Cruz de Tenerife, 1762) tuvo una destacada trayectoria militar en la que sobresale haber salvado la vida al Rey Felipe V y haber ocupado puestos relevantes en América como capitán general en La Florida, Veracruz y Yucatán.

Con apenas 21 años, Benavides se alistó como voluntario en La Habana, combatió en la Guerra de Sucesión Española en Flandes, Sevilla y Tortosa. Una de sus más destacadas actuaciones se localiza en diciembre de 1710 Villaviciosa cuando cambió la montura con el Rey, al estimar que el caballo blanco del Monarca era un blanco más fácil para los enemigos. Felipe V salvó su vida y el militar tinerfeño resultó herido de gravedad. Finalizado el combate, y en la misma de operaciones, Antonio de Benavides, recibió el título de brigadier de Caballería.

Los documentos históricos coinciden en señalar que Benavides protagonizó uno de los hechos más sobresalientes en la Batalla de Zaragoza (agosto 1710). Así afirman que pese a la derrota de las fuerzas del Rey Felipe V, todos los militares, incluidos los jefes de las tropas del Archiduque Carlos, valoran que Antonio Benavides, en un ataque por sorpresa, logró apoderarse de la artillería del enemigo.

Deseoso de utilizar sus servicios y de premiar su lealtad, el Rey le nombró gobernador y capitán general de la Florida, que constituía entonces un gobierno de difícil y peligrosa administración.

Benavides llega a un Estado de Florida, que sufre de los ataques permanentes de las tribus indias vecinas, además de la desorganización, corrupción, atropellos y desmanes de los españoles y como si fuese poco las tropelías de los colonos ingleses de Carolina, que entorpecían la libre comercialización de los productos, para así crear el caos en el territorio y ocupar la provincia.

La llegada de los canarios al Estado de Florida se produce 35 años después que saliera de la Capitanía General Antonio Benavides, pero muchos le atribuyen a él la influencia del envío de las familias canarias al turbulento Estado. Para 1718, en un Real Decreto se legalizaban El Tributo de sangre que obligaba a emigrar a América a cinco familias canarias de cinco miembros como mínimo, por cada cien toneladas de mercancía importada desde América.

Es así como las familias canarias salen de sus islas, embarcándose en principio 42 familias, y dos meses después embarcan 43 más, y un año más tarde, 36. No obstante, en 47 años de continuas salidas embarcaron rumbo a la Florida 984 grupos familiares de las 2.350 que pretendía la Corona, porque la gente isleña prefería seguir dirigiéndose hacia Caracas o La Habana.

Ahí, en Florida, empezó su brillante presencia en América, desde donde fue trasladado a Veracruz y siguió mostrando sus condiciones de mando, momento en el que solicitó su relevo. Lejos de aceptarlo, el Rey, que por ese entonces era Felipe VI, le confirió también la capitanía general del Yucatán y se le dio el mando de la tropas para defender las costas de Tabasco y Honduras, con el grado de teniente general.

La marcha de Benavides a América era, en principio, por cinco años, pero el Rey iba renovando sus estadías lustrales y acumuló 32 años en sus tres destinos. Regresó a España en 1749 y sus últimos diez años de vida los pasó en Tenerife, ingresado en el Antiguo Hospital Nuestra Señora de los Desamparados, recinto donde actualmente se encuentra el Museo de la Naturaleza y el Hombre.