Seguimos leyendo en algunos periódicos las babiecadas que no cesan de decir un político necio como es Paulino Rivero o algunos miembros de su Gobierno, tan ineptos como él. Entre todos están hundiendo a estas Islas en la más amarga de las miserias. La última de esas muchas tonterías es que Canarias exige al PP más respeto a las autonomías. Qué idiotez. Canarias no puede exigirle nada a la metrópoli mientras sea una colonia. Qué falsos. Qué hipócritas. Coalición Canaria debería desaparecer porque ha sido lo peor de lo peor que le ha tocado en desgracia a esta tierra. Estos falsos nacionalistas deben huir del escenario político y dejar que ocupen su lugar los auténticos patriotas; los únicos capaces de llevarnos a la irrenunciable condición de nación soberana con su Estado y con representación propia en los foros internacionales. Los partidos patrióticos, hoy sin representación parlamentaria debido a las normas de una ley electoral absurda -ley, para más inri, que les permite gobernar a los perdedores-, son los llamados a conseguir que tengamos nuestra propia identidad, que es la identidad de canarios y no la de españoles bastardos o europeos ultraperiféricos, como decíamos en nuestro editorial de ayer. Hay patriotas en Coalición Canaria. Son pocos, pero los hay. No hace falta dar ahora sus nombres porque ya lo hemos hecho en otras ocasiones. Entre ellos señalamos a algunos alcaldes. Estas personas nos merecen mucho respeto porque también las consideramos comprometidas en la lucha pacífica para que Canarias sea un país independiente. Hombres y mujeres capaces de afrontar cualquier sacrificio para conseguir la libertad del pueblo canario. Sin embargo, reiteramos que se trata de las excepciones. La mayoría de los que se autodenominan nacionalistas no son más que bolsilleros políticos pendientes de sus asuntos personales y también del bienestar de sus amigos, pero no del hambre del pueblo.

El ejemplo políticamente más canallesco de cuanto decimos lo tenemos en el presidente del Gobierno autonómico. Es una infamia que sigamos teniendo un Gobierno autonómico porque eso significa que continuamos siendo una colonia disfrazada de comunidad autónoma. Sin embargo, ya que permanecemos sometidos a una metrópoli, por lo menos podríamos tener gobernantes políticamente dignos que no les hagan ninguna concesión a los esclavistas españoles. Sin embargo, ningún decoro político podemos esperar de personajes como Paulino Rivero; un mandatario sin categoría y traidor a su pueblo que, además de no haber sido capaz de exigir la independencia de esta tierra, sigue arrastrándose ante el amo peninsular, y también el amo godo, como un lacayo servicial; como un perrito de compañía, o un caniche de poca altura, que mueve la colita cuando ve entrar a su dueño. Un gobernante políticamente necio al que no le importa exhibirse en un restaurante de alto postín mientras sus compatriotas pasan hambre en las colas de la beneficencia.

La actual nomenklatura de Coalición Canaria -escrita así, con k soviética porque son peores que los dignatarios de la antigua URSS- debe desaparecer por nefasta, infame y sospechosa de movilizar fondos del pueblo en su propio beneficio. Debe desaparecer cuanto antes Paulino Rivero del búnker de la presidencia del Gobierno en el que se ha refugiado como un dictador políticamente despótico. El pueblo no puede seguir padeciendo tantísimas calamidades por su culpa. El sábado publicábamos en nuestra primera página una noticia que daba cuenta de los muchos jóvenes obligados a retornar a la casa de sus padres porque carecen de medios para mantenerse por sí mismos. No los tienen porque están en paro, y están en paro por culpa del colonialismo y la miseria creada por Paulino Rivero y su Gobierno. Esto no tiene perdón de Dios, máxime cuando en todos los países del mundo los jóvenes se emancipan a una edad temprana porque tienen medios para hacerlo. ¿Olvida esta necio político que tenemos la tasa de paro más alta de la Unión Europea y, como señalaba nuestro articulista Andrés Chaves en su artículo del sábado, también casi las más alta de Occidente? ¿No comprende todavía, pese a las muchas veces que se lo hemos dicho, que debe dimitir cuanto antes y desterrarse antes de que se desencadene la siempre impredecible ira del pueblo? No nos gusta la violencia y jamás la apoyaremos, pero no estamos ciegos para no ver la magnitud del descontento y el rumor de los murmullos que se oyen en cada esquina.