Dos años después del devastador terremoto que arrasó Haití, 520.000 personas aún viven en campos de emergencia, 4,5 millones y medio de habitantes padece escasez de alimentos y el 60 por ciento de la población está en el desempleo.

Así lo denunciaron ayer las agencias humanitarias de Naciones Unidas, que hicieron una evaluación de lo que se ha hecho hasta ahora en Haití tras el terremoto y destacaron lo mucho que aún queda por resolver en el país caribeño y la falta de recursos, por lo que pidieron a los países donantes una contribución para este año de 231 millones de dólares.

Antes del sismo, Haití era el país más pobre del continente americano, el 75 por ciento de la población vivía con menos de 2 dólares al día, el 70 por ciento no tenía un empleo fijo, el 47 por ciento no tenía acceso a atención médica, la mitad de los niños no iba a la escuela, y solo el 5 por ciento de las carreteras se encontraba en buen estado, según el informe de la ONU.

El terremoto arrasó el país y puso en evidencia que había no solo que reconstruir casas, sino edificar una nueva estructura institucional capaz de poner las bases de un Estado que respondiese a todas las necesidades de la población.

El desafío era enorme, y dos años después, queda mucho por hacer, a pesar del esfuerzo y los ingentes recursos invertidos.

El sismo de 7 puntos en la escala de Richter que asoló la mayor parte de Haití el 12 de enero de 2010, se cobró 222.570 vidas, hirió a 300.572 personas y dejó sin hogar a 1,5 millones de haitianos.

Una epidemia de cólera se desató 10 meses después del terremoto, infectó a 522.335 personas, de las que 7.000 murie- ron.

Veinticuatro meses después, un millón de personas han sido realojadas, 5 millones cúbicos de escombros han sido retirados -el equivalente a cinco estadios de fútbol- y 3 millones de personas recibieron ayuda para purificar el agua que consumen.