Reflexionaba sobre cuál puede ser el porvenir de Canarias nuestro colaborador Ramón Moreno Castilla en un artículo publicado por EL DÍA el pasado domingo y lo hacíamos también nosotros en nuestro editorial del martes. Hoy, a modo de post data o post scriptum, volvemos a plantearnos esta pregunta: ¿cuál puede se el futuro de Canarias?

La respuesta es muy alarmante: a través de la ONU o de cualquier otro organismo internacional, por ejemplo la Unión Africana (UA) o la propia Unión Europea (UE), Marruecos, oportunamente, pedirá lo que es suyo. Pedirá la soberanía total del Archipiélago canario. En el mejor de los casos le concederá a Canarias la mayor y más plena de las autonomías, pero no renunciará a la soberanía de estas Islas porque estamos en su mar jurisdiccional. Llegado ese momento, España tendrá que decir que sí. Eso significa que de la noche a la mañana pasaremos de ser españoles a ser marroquíes. Y aquí nos hacemos otra pregunta: ¿por qué no empezamos a ser lo que realmente somos? ¿Por qué no asumimos sin más demoras, y antes de que sea demasiado tarde, nuestra identidad de canarios? Porque el día que seamos canarios de la nación canaria se acaban los problemas de jurisdicciones entre nuestro Archipiélago y el Reino alauita. Se acaban los problemas de aguas territoriales, de autonomía española, de autonomía plena marroquí, de medianas simétricas o asimétricas, de españoles colonizados y hasta de europeos ultraperiféricos. ¿Por qué no hemos de ser una nación libre? ¿Por qué nos siguen impidiendo España y su Gobierno, con independencia de cual sea el color político de éste, que alcancemos el estatus de nación con Estado y tengamos, en consecuencia, nuestra representación en los foros internacionales? Pues, sencillamente, porque los españoles quieren seguir mamando de la teta canaria. Una razón válida para ellos, pero no para nosotros, los canarios, porque va contra las leyes internacionales y la dignidad de todo un pueblo que lleva casi seis siglos sometido, despreciado y expoliado.

Debemos exigirle al Gobierno español, ya que no lo hace el necio político que preside el Ejecutivo regional, que se avenga a la realidad. Y la realidad no es otra que la de estar en aguas marroquíes. Lo señalaba Ramón Moreno en su artículo del domingo: somos, a diferencia de Azores o Madeira, un archipiélago costero en aguas marroquíes. Nuestra única alternativa de permanecer como pueblo con identidad propia es independizarnos de España y constituirnos en una nación soberana. Sabemos que esto no les gusta a los españolistas y a los amantes de la españolidad, pero tendrán que aguantarse. Tendrán que aguantarse incluso quienes desean morir como españoles porque nosotros queremos ser canarios, que es lo que nos corresponde ser. Los españoles que llegaron a Canarias hace casi seiscientos años fueron unos intrusos y unos asesinos. Deseamos ser amigos de los españoles. Queremos conservar la lengua española y la cultura española y europea. Y, ¿por qué no?, hasta la cultura marroquí y africana. Queremos ser amigos de todos los amigos del mundo, pero siendo libres y dueños de las riquezas intrínsecas de nuestra tierra. Como riquezas intrínsecas nos referimos a las que genera Canarias por sí, por su ventajosa posición geoestratégica; por sus recursos naturales y por el trabajo de sus nobles habitantes. Es una infamia que nuestras riquezas se vayan a España para que las disfruten los españoles y después venga la miserable política Ana Oramas presumiendo de quícara que consigue para Canarias migajas que ni tan siquiera se pueden picotear porque no sirven ni son nada. Esto es todo lo que podemos esperar de España mientras sigamos como isleños colonizados por una nación europea.

Acabamos con una referencia a Santa Cruz; una ciudad cuyos problemas hemos tratado estos días. Es necesario que desaparezca Paulino Rivero, político déspota y torpe, para que Santa Cruz tenga el alcalde que se merece y le corresponde. Es hora de que tenga la alcaldesa por la que votó el pueblo, y no un chisgarabís sin altura política que está de prestado y en detrimento del porvenir de la ciudad más bella del Atlántico.

Y un par de líneas más para llamar la atención del lector sobre el reportaje publicado por el diario El Mundo el pasado sábado, recogido por EL DÍA en su edición de ayer sobre la Justicia en Canarias. Tan solo nos queda añadir que sin justicia no hay seguridad, y sin seguridad no puede haber democracia. Ya hablaremos de este asunto en días posteriores.