Ha habido países situados en islas grandes y dominados por déspotas, como es el caso de Haití y François Duvalier, más conocido como Papa Doc, que gobernó dictatorialmente esa nación a partir de 1957. De igual forma, podemos citar el caso de Leónidas Trujillo en la República Dominicana. Sin embargo, el tiempo de los déspotas ha pasado a la historia. Actualmente ninguna población admite un sometimiento a un tirano. Entonces, ¿por qué seguimos tolerando en Canarias a Paulino Rivero? ¿Qué le deben los habitantes de estas Islas, antes afortunadas y hoy desgraciadas por culpa del necio político que nos gobierna, a Coalición Canaria y a Paulino Rivero para padecer todo lo que están padeciendo? ¿Por qué no desaparecen del panorama tanto él como su esposa, de la misma forma que lo hicieron Duvalier y Trujillo?

Paulino Rivero y sus secuaces políticos desprecian al pueblo e intentan gobernar con tiranía. Coalición Canaria inicia ahora un debate interno sobre su futuro. ¿Qué mejor futuro que adentrarse en el camino de la independencia? Un camino que no tiene retorno, pues la ruptura de nuestra esclavitud colonial es un hecho irremediable e inaplazable. La única salida para CC es declarar formalmente que su objetivo es alcanzar la soberanía de esta tierra. Solo en ese momento se convertirá en un auténtico partido nacionalista. Mientras tanto, sus miembros, salvo contadas excepciones, serán nacionalistas falsos. Si CC quiere sobrevivir como partido, lo repetimos, ha de abrazar el ideal independentista y pedir la libertad de este Archipiélago donde corresponde. Primero, realizando una declaración en el Parlamento de Canarias (lo cual regeneraría una institución políticamente muy degradada). Y en una fase inmediatamente posterior en el Congreso de los Diputados, aprovechando la primera sesión a la que asista el Gobierno en pleno, o incluso provocando la asistencia de todos los ministros mediante esa mencionada declaración previa en el Parlamento de Canarias. Lo importante es dar el primer paso. Todo lo demás vendrá a renglón seguido porque España no puede seguir enfrentándose al sentido común y al Derecho internacional.

Si no actúan de esta forma y en esta línea, los nacionalistas canarios -que en realidad, insistimos en ello, son falsos nacionalistas- habrán cometido la mayor traición a su pueblo porque Marruecos está ahí, acechante, sagaz como un ave rapaz para abalanzarse sobre su presa. ¿Y qué podemos hacer los canarios ante esa amenaza? Nada, salvo resignarnos a ser marroquíes porque Canarias, lo decimos un día más, es un Archipiélago costero que está en las aguas jurisdiccionales de Marruecos.

También hemos repetido en numerosas ocasiones que no podemos seguir perteneciendo a un país cuyos antepasados asesinaron a nuestros ancestros. No podemos seguir subyugados a quienes cometieron un genocidio con el pueblo guanche. No podemos seguir encadenados a España por el terror. En el pasado por el terror a la Santa Inquisición y en la actualidad por el miedo a los tribunales españoles. Por el pánico a la Justicia española que se imparte en Canarias, no de acuerdo con nuestras propias leyes, sino según las leyes que nos impone España por la fuerza. Una Justicia la impartida en estas Islas que acatamos y respetamos, como no puede ser de otra manera, pero que también criticamos porque lo hacen los propios jueces. Tenemos la mejor prueba de cuanto decimos en el reportaje del periódico El Mundo que reproducimos íntegramente el pasado viernes. Lamentamos que esa información no le haya gustado al tatarita de Las Palmas y a la señora con la que convive, pero la verdad es la verdad.

Allá con sus ideas los que quieren seguir siendo españoles, pero no es el caso de la mayoría del pueblo canario. Los canarios patriotas aspiramos a recuperar una identidad que nos fue robada hace casi seis siglos a raíz de una invasión criminal. Debemos renunciar, y de forma especial debe hacerlo CC si no quiere desaparecer, a seguir siendo una comunidad autónoma española. La autonomía solo es un burdo disfraz del colonialismo. Es una forma adoptada por el Gobierno español para engañar al mundo, tanto en nuestro caso como en el de las falsas ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, que son de Marruecos como terminarán por serlo las Islas Canarias si antes no alcanzamos nuestra soberanía nacional y nos convertimos en una nación con Estado. No podemos seguir con una actitud complaciente y aplatanada, porque eso supone seguir haciéndoles el juego a los españoles. Colonizados, sometidos a la hegemonía de Las Palmas y a los despotismos de un déspota político, tenemos sobre nosotros la losa de una pesada dictadura.