La integración de la Casa Mascareño en la plaza del mismo nombre fue hasta hace muy poco un espacio idílico y un desahogo como enclave público para el gran número de residentes existentes en los ámbitos de la Avenida Venezuela y la parte alta de General Mola. Varios años después de crearse e inaugurarse este espacio de 4.500 metros cuadrados de superficie, en la trasera de la urbanización Atavara (7 de octubre de 2005), la plaza y la propia Casa Mascareño se han diluido en la desidia y abandono de sus rincones, pero a pesar de todo siguen siendo punto de referencia para la juventud y para los más pequeños por tener un parque infantil.

Cosa distinta es el propio inmueble donado por la familia Mascareño, estructura declarada Bien de Interés de Cultural (BIC) en 2008 que se encuentra en situación de abandono, a pesar de su protección y que degrada de manera considerable todo el espacio porque a día de hoy todavía no se ha rehabilitado a pesar de las promesas realizadas por el propio ayuntamiento.

Condiciones.- Este edificio linda con la calle Fermín Morín y su parte frontal está acondicionada en la actualidad como acceso a los garajes privados del edificio Atavara. Por si fuera poco, también es aprovechado para carga y descarga de camiones de alimentos que surten al supermercado que la urbanización tiene en sus bajos.

Los vecinos dicen que no son las condiciones más adecuadas para preservar un edificio que está protegido y reclaman que de una vez por todas "se rehabilite la casa para que se aproveche como infraestructura de servicios o biblioteca", dijo un vecino.

Explicó que "el problema radica, sobre todo, en que la declaración como BIC de la Casa Mascareño se produjo en 2008, después de que se construyera y se inaugurara la plaza. Ahora la plaza no pega ni con cola con el edificio o viceversa y es mejor al final que si no rehabilitan el inmueble que lo tiren abajo, porque los vecinos no tenemos por qué aguantar este mamotreto abandonado y en mal estado en mitad de la plaza. Si no les sirven que la tiren, porque tarde o temprano será nuevamente invadida por okupas, como ya sucedió".

Plaza castigada.- En cuanto a la plaza Mascareño, está situada entre las calles Doctor Salvador Pérez Luz y Fermín Morín, da salida a un supermercado y tiene por uno de sus laterales un acceso al Centro de Salud del Barrio de La Salud. Estas circunstancias, sumándole el hecho de que su entorno está bastante poblado, hacen del enclave paso obligado de muchos vecinos y usuarios de las infraestructuras colindantes por lo que "no se entiende, por qué una plaza pública como esta presenta día sí y día también unas condiciones de abandono tan evidentes", asegura un trabajador del supermercado.

Los jardines de la plaza contienen bastante basura, desde bolsas de residuos hasta botellines, papeles y bolsas. Uno de los vecinos consultados indicó que "la imagen que se da es la habitual. La verdad es que lo cuidan bastante poco, pero como hay muy pocas opciones para llevar a los nietos, los traigo aquí, porque no puedo caminar mucho".

Césped crecido.- Resaltó como referencia el césped crecido de los jardines, lo que indica que "hace ya bastante tiempo que no se pasan por aquí. A ver si se dan cuenta de que no todas las plazas o parques se encuentran a la vista de las calles principales. Seguro que el parque García Sanabria no está en estas condiciones, aun siendo mucho mayor", criticó.

Otra de las usuarias afirmó: "Es rutinario ver cómo todos los días nos sentamos aquí y vemos la misma porquería. Además, la gente sabemos que es cochina, pero el ayuntamiento debería realizar un mantenimiento mucho más adecuado de todo porque si la gente ve porquería en los jardines deja mucha más". Resaltó los grafitis en el entorno de la plaza, así como los de la propia Casa Mascareño, "y es que la gente no tiene consideración por lo público", dijo.

Por otra parte, vecinos residentes en el edificio Atavara denunciaron los escándalos que se forman por las noches en la plaza y piden soluciones para terminar con ellos. En este sentido, reclaman más presencia policial en el entorno y más mesura a los jóvenes que trasnochan en sus bancos sin medir sus voces, explicó uno de los afectados, cuya vivienda da a la plaza.