HACE UNOS DÍAS, en el programa de una cocinera australiana que propone recetas fáciles, limpias y rápidas, la protagonista, que se define como "impaciente", comentó que "la vida es demasiado corta como para perder el tiempo haciendo una mayonesa", tras lo que, ni corta ni perezosa, echó mano del bote de mayonesa industrial correspondiente.

Escribo "mayonesa" a propósito. Para mí, la salsa que emulsiona huevo y aceite de oliva se llama "mahonesa"; pero... qué vamos a hacer cuando hasta la máxima autoridad lingüística de este país, la RAE, te envía a consultar "salsa mayonesa" si vas a mirar qué dice de la mahonesa...

Uno daba por zanjada la polémica con la intervención de Camilo José Cela, que desautorizó a quienes buscaban para la salsa un origen diferente. Y es que hay una receta en verso, correctísima, que Ángel Muro y, después, Josep Pla, atribuían a un supuesto poeta francés del XVII llamado Lancelot.

La teoría mahonesa establece que la salsa nace en Mahón, cuando un hostelero local se la sirvió al mariscal de Richelieu, que mandaba las tropas francesas que tomaron el puerto menorquín, cuando la isla pertenecía a los británicos en virtud del tratado de Utrecht. Richelieu se habría llevado la receta a Versalles, y la salsa tomó carta de naturaleza francesa. Pero eso pasó en 1756, el siglo siguiente al que, en teoría, se escribió la receta en verso.

Cela dedicó sus ratos libres durante nada menos que veintitrés años, según propia confesión, a buscar luz sobre el asunto. Mahonesa, entonces. ¿Nacida en Mahón? Eso ya es otro cantar. No parece que sea fácil adjudicar cuna ni fecha de nacimiento a una salsa tan obvia como esta. En el Mediterráneo, el aceite de oliva es el rey. Es muy fácil partir de una salsa tan básica como el alioli, a la que alguien añadiría huevo para suavizarla y de la que, más tarde, otros eliminaron el ajo. Una emulsión de huevo y aceite: ahí está. Eso sí, naciera donde naciera, se dio a conocer al mundo en Mahón. Luego se la apropiaron los franceses.

Así que, con permiso, seguiré llamando mahonesa a la salsa elaborada con aceite virgen, y dejaré lo de "mayonesa" a las imitaciones hechas con los aceites insípidos. Y ya ven lo que son las cosas. Una telecocinera de las antípodas dice, suponemos que en plan de hacer una gracieta, que no hay que perder el tiempo haciendo mahonesa, mientras que un Nobel de Literatura dedica a este tema nada menos que veintitrés años. Ya ven que, para un mediterráneo, la mahonesa es una cosa muy seria: trátenla con respeto.