"El arte necesita invocar al pueblo". Esta frase resume el ideario creativo de Manuel Bethencourt Santana, uno de los grandes escultores canarios del último siglo, quien falleció ayer a los 80 años en Santa Cruz de Tenerife, ciudad a la que dio en el verano de 1998 una de sus obras maestras, el conjunto "Coraje", erigido en homenaje a quienes defendieron la isla del invasor inglés en 1797.

Galardonado en 2008 con el Premio Canarias de Artes Plásticas 2008 y con la Medalla de Oro al Mérito Cultural -distinción otorgada por el Ayuntamiento de Santa Cruz-, Bethencourt era doctor en Bellas Artes por la Universidad de La Laguna, académico de la Real Academia Canaria de Bellas Artes de San Miguel Arcángel y catedrático jubilado de la Universidad de La Laguna. En su producción destaca "Atis Tirma", conjunto emplazado en el parque Doramas de Las Palmas, y el citado tributo al pueblo de Tenerife, originalmente situado en la capitalina avenida Francisco La Roche, donde presidía el monumento a la Gesta del 25 de julio, y actualmente ubicado en la rotonda de entrada a Santa Cruz a la altura del recinto Ferial. Ambos conjuntos, integrados en el paisaje urbano de las capitales canarias, son hoy señas de identidad de ambas ciudades.

A través de sendos comunicados, tanto el Gobierno de Canarias como el Ayuntamiento de Santa Cruz lamentaron ayer el fallecimiento del artista, del que ambas instituciones destacan tanto su valía artística como su dedicación en el ámbito docente.

El compromiso con la investigación y la innovación formal también sobresalen en una trayectoria inspirada por el humanismo, de hecho muchas de sus creaciones son himnos escultóricos a la vida.

La obra de Manuel Bethencourt se halla en exposición permanente en Madrid -en la Presidencia del Gobierno, en el Ministerio de Asuntos Exteriores y en el Museo de Arte Reina Sofía- y también en el Museo Casa de Colón de Las Palmas de Gran Canaria, el Museo de Arte Contemporáneo de Santa Cruz de La Palma y la galería de arte Magda Lázaro de Santa Cruz de Tenerife.

El creador isleño, que residía en Arafo, estuvo a lo largo de su vida en varios países, experiencias que incorporó a su obra. Un ejemplo se encuentra en el arte africano, cuya primordial lección recibió a su paso por Guinea Ecuatorial.

Su modélica trayectoria intelectual, profesional y personal hicieron de Manuel Bethencourt uno de los artistas más queridos de la cultura canaria moderna, un creador humilde y discreto que, en cierto modo, se ocultó tras su obra.

Prueba de su modestia son las declaraciones que en 1998 hizo a este periódico, al pie de su alegoría "Coraje". "No admito que se me considere superior a Borges Salas -declaró entonces-; él era un genio, yo no estoy tocado por la gracia del arte (...) Estoy seguro de dos cosas: no soy un genio, pero sí un obrero de la escultura. El tiempo decidirá el verdadero valor de mi trabajo".