José Antonio Pérez Afonso es presidente de las Rondallas de Tenerife, los grupos líricos de la Fiesta de la Máscara de Santa Cruz de Tenerife. En esta entrevista avanza que afrontan el próximo Carnaval con ilusión pese a la crisis, a la que tampoco son ajenas las rondallas, y lamenta que las televisiones no les traten igual que a otros grupos.

¿Cómo afrontan las rondallas el Carnaval de los recortes?

Agarrándonos bien el cinturón. El ayuntamiento, cuando pudo, nos dio la primera parte de la subvención y ha dicho que cuando acabe el Carnaval nos dará la segunda parte. Como se sabe, nos han bajado un 7%, por tanto de lo que se trata es de salir lo más digno posible, hacer el Carnaval para el pueblo. Los políticos están ahí, pero nuestra misión es el Carnaval de Santa Cruz de Tenerife.

¿Se notarán los efectos de la crisis en esta edición más que en otras?

Algo se notará, pero se siguen haciendo las cosas con mucha ilusión.

¿Este año la apuesta va a ser más por la interpretación que por la presentación?

Tal vez sea así, que la interpretación prime sobre la presentación. Ahora no vamos a ir descamisados. Estamos haciendo de tripas corazón para salir lo más digno posible.

El Orfeón La Paz lleva 13 años consecutivos ganando en interpretación. ¿Teme que este dominio reste interés al certamen?

No. Es un plus para aplicarnos más. Si el Orfeón La Paz no se presentase, nos pondríamos una meta más baja.

Las rondallas se han quejado siempre de que no se les trata igual que a otros grupos. ¿Cuáles son las principales propuestas para potenciar su concurso?

Uno de los mayores problemas está en la televisión, que no retransmite un evento con tanta cultura como este. Antes se peleaban por retransmitir el Carnaval y ahora, prácticamente, hay que rogarles a las televisiones, sobre todo a la nuestra, a la Radiotelevisión Canaria, que es lo que llama la atención. Me parece bien lo de las murgas y las comparsas, porque arrastran publicidad, pero las rondallas, antes, se transmitían a nivel nacional por TVE. Es más, aunque esté mal que lo diga, esto mismo que nosotros representamos aquí, si lo hiciéramos en Las Palmas, nos recibirían con los brazos abiertos. De hecho, el Orfeón fue y estuvieron 25 minutos de pie aplaudiéndole en el auditorio Alfredo Kraus.

¿Qué ha cambiado entonces?

Aquí, con el Auditorio, hemos ganado mucho en calidad, pero hemos perdido clientela, porque caben unas 1.400 personas, y antes, en el Pabellón de Deportes, cabían casi 4.500. Por tanto, tenemos mejor sonido, pero en detrimento de mucha gente.

¿Y qué proponen?

Nos gustaría que en algún sitio se pusiese una pantalla gigante para las personas que no pueden acceder porque se quedan sin entradas. Hay mucho rondallero que le gusta la ópera y la zarzuela.

¿Se deduce, pues, que les ha faltado apoyo del ayuntamiento?

No. Lo que pasa es que da pena que Santa Cruz no cuente con un auditorio municipal práctico, en el que quepan 8.000 personas. Si se hubieran preocupado de que la plaza de toros hubiese pasado a manos municipales, era un lugar extraordinario, aunque el sonido no fuese igual que el del Auditorio. Además, se podrían retomar los desfiles, aunque fuese por recorridos distintos a los de antes.

Esta sería una manera de involucrar más a la gente...

Claro, de que la gente se entere. Ahora nos metemos en el Auditorio, hacemos el festival, después vamos a la plaza del Príncipe, al Círculo de Amistad, al teatro Guimerá y para de contar. A nosotros no nos ven más, mientras que a las murgas y a las comparsas las ven por la calle.

¿No da la sensación de que las rondallas son un colectivo incomprendido?

Exactamente. Todos los grupos tienen su sacrificio, pero nuestro trabajo no es nada fácil. Afinar voces, buscar solistas para una cosa tan delicada como es la ópera y la zarzuela no es fácil. Además, no todo el mundo vale para tocar un laúd o una bandurria dentro de una rondalla.

Por cierto, ¿las rondallas siguen pagando a directores musicales para que les hagan los arreglos?

Sí. Todas las rondallas le pagan al director musical. Es la única persona de la rondalla que cobra.

Pero también se les paga a los diseñadores...

Claro. La gente que diseña y las costureras cobran. Las telas valen dinero...

Precisamente, con el local de El Cabo, en la calle La Noria, ha habido cierta polémica tras acusarlos los empresarios de la zona de hacer competencia desleal. ¿Considera que han actuado de mala fe?

No, de mala fe no. Lo que pasa es que, a veces, una persona piensa de una manera, otra de otra; los vecinos dicen una cosa, la gente del ocio otra... Nosotros, en nuestros locales, queremos a los socios. ¿Que se pueden colar de la calle? Sí, pero no lo queremos nosotros. Queremos a nuestros socios, a nuestras familias... Pero cada uno tiene una forma de ver las cosas. Ellos han rectificado, y ahí no pasa nada. Además, la clientela que va a estas sociedades, que paga un euro por una cerveza, no va a ir a los restaurantes de arriba a pagar cuatro o cinco euros por un whisky...