El albergue de Santa Cruz de Tenerife se prepara para acometer algunos cambios que contemplan la imposición de normas de régimen interno para todos los usuarios, es decir, las 320 personas que requieren de alguno de sus servicios a diario, y la utilización de las instalaciones del nuevo edificio que tras las obras de ampliación, posiblemente, les entreguen durante durante los próximos días.

Aunque ubicado en la capital y de entidad municipal, acoge a cualquier ciudadano que toque a su puerta, según explicó a EL DÍA Javier Gutiérrez Rubio, consejero delegado del Instituto Municipal de Atención Social (IMAS). Por eso, se está trabajando para dar una solución a un 20% de los usuarios que, como en el caso de los mayores de 65, incluso 70 años, "evidentemente no se van a integrar laboralmente en ningún sitio, y que estén en residencias de mayores o en algún centro de día", apuntó.

Gutiérrez mencionó las "dificultades que tenemos con este colectivo de personas que no tiene ayuda de nadie, ni familiar ni social y a las que tenemos que encontrarles salida en otro tipo de instituciones, con el agravante que tenemos de que se trata del único albergue de toda la provincia y al que acude gente de todos sitios. "Tenemos que conseguir que la estancia sea temporal y que mientras permanezcan acogidos en el centro, estén haciendo actividades que les permitan salir de la situación sin hogar porque si no, al final se convierte en un hotel", resumió.

Por eso quieren fortalecer el centro de día y el centro de noche, este último recientemente inaugurado para ofrecer en invierno, a todas aquellas personas que se han quedado fuera y no pueden pernoctar allí porque se ha cubierto el cupo de las 100 plazas de las que disponen, un sitio para pasar la noche. "Un lugar seguro y resguardado que es lo que muchos de ellos piden. Allí les proporcionan una bebida caliente mientras una educadora social permanece con ellos toda la noche, "aunque no sea un sitio para dormir", admitió.

El criterio de permanencia en el centro pasará por la realización de actividades que posibiliten que salgan de la situación en la que se encuentran porque, según aseguró el responsable del IMAS, "nos hemos encontrado con gente que llevaba 12 meses viviendo en el albergue, y ya casi es como una pseudovivienda". El centro dispone de 100 plazas que se cubren totalmente cada noche, muchas de ellas son personas que se repiten así que, "si conseguimos que algunas de esas personas inicien su proceso de integración y sea vinculante, es decir, que exista esa contraprestación que se le pide, vamos a conseguir que el centro tenga plazas para todo aquel que lo necesite y que en un momento determinado pueda encontrarse en esa situación, porque está incrementándose", alertó.

Si alguien se negase a entrar en la dinámica de participación que se les va a demandar, existen medidas, apuntó Gutiérrez, "como aprobar un reglamento interno donde hay derechos pero también deberes y sanciones si se incumplen las normas". Los ejemplos son muchos, tantos como usuarios y con realidades diversas, por eso manifestó que "no debemos permitir que alguien con un problema de drogodependencia o alcoholismo, por ejemplo, desayune, coma y cene en el centro y luego se drogue o tome alcohol todos los días. Es decir, todo el mundo tiene derecho a la ayuda pero también el deber de resolver su situación porque, de lo contrario, la ayuda se convierte en permanente", aclaró.

Actualmente, "tenemos una persona ciega y otra con las piernas amputadas que no pueden estar allí, primero porque no es un recurso sanitario sino social. No hay médico, aunque desde la Unidad Móvil de Acercamiento (UMA) les hagamos un acompañamiento. Es necesario que el recurso sea para lo que realmente está diseñado porque ahora mismo está haciendo labores para lo que no está diseñado, sobre todo porque estamos poniendo a los equipos profesionales en situaciones de mucha dificultad afrontando cosas que no son de su competencia. Ahora mismo es un cajón de sastre donde cualquier persona que no sabe dónde ir, va allí. Si tenemos la fortuna de hacerlo adecuadamente, en poco tiempo empezará", detalló.

La labor que están iniciando los responsables del albergue de Santa Cruz de Tenerife se antoja larga, como manifestó el consejero delegado al explicar que "el proceso de cambio de cada persona es diferente, único y muchas veces muy lento". Con una frase resumió esta acción que exige un tratamiento especial y es que "una persona sin hogar nunca encuentra empleo, primero tienes que dejar de ser persona sin hogar para poder encontrar trabajo". Y es así porque primero, en el caso de que fuese alcohólico, tendría que rehabilitarse de su dependencia para luego poder encontrar un empleo", con lo que este proyecto que pretenden emprender desde el centro se hace, si cabe, imprescindible.

ampliación

Cambio de nombre

Aprovechando la inauguración de la edificación que supone la ampliación de las actuales instalaciones, los responsables han decidido cambiarle el nombre al centro y que deje de llamarse albergue para pasar a denominarse Centro Municipal de Atención a Personas sin Hogar. Tal y como explica Javier Gutiérrez, "los nombres a veces mediatizan mucho la realidad. Es mucho más que un albergue y no recoge de forma positiva el concepto que allí se está desarrollando".

En el albergue no solo se da de comer, sino que hay un centro de día y otro de noche que atiende cada jornada a más de 300 usuarios. Entre 7 y 9 personas se quedan fuera a diario después de cubrir el cupo para pasar la noche.